domingo, 29 de junio de 2014

Política y deporte: Esperando el 14 de julio


Política y deporte

Esperando el 14 de julio

Por María Guillermina Volonté

    Formo parte del 36% de argentinos, según datos de una reciente encuesta, que se declaran “antifútbol” y que en distintas redes sociales se reúnen para sobrellevar el mundial, existen páginas web al respecto y hasta una revista virtual denominada “Sebreli”, en clara alusión al sociólogo y crítico literario Juan José Sebreli, cuya opinión sobre el futbol es conocida y que en su libro “La era del futbol” presenta al más popular de los deportes como un instrumento utilizado por los gobernantes para manipular a la población. Me identifico con Borges, con Umberto Eco, con Alfredo Casero y sus picantes comentarios, y con tantas otras personas que no comparten esa “pasión futbolera”. No por ello dejo de respetarlos, aunque inclino mis "sentimientos nacionales" a desear que Argentina esté ubicada en mejor lugar en cuanto a su educación, confiabilidad, honestidad, etc. etc. Citando a Eco me atrevo a compartir su pensamiento: “No me gusta el hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si lo fueras”. Rescato un reportaje realizado a Borges en 1978, previo al mundial, en el cual podemos leer:

“- Y de este campeonato mundial que se va a jugar aquí, ¿qué opina?

- Y, espero estar bien lejos cuando se juegue, va a ser como una peste, pero bueno, por suerte, pasará… Me dijeron que Sábato está polemizando con los militares ahora. ¿Usted sabe algo?

- Sí, creo que ha asumido una actitud valiente; acaba de denunciar los gastos excesivos que se están haciendo en la preparación del mundial.

- Eso está muy bien. Pero lo pueden meter preso los militares, o hacerlo desaparecer, una denuncia así es peligrosa en este momento. Bueno, en este caso yo coincido con Sábato. Está muy bien que él proteste contra esta calamidad. Sábato y yo quizá podamos hacerlo, ya que gozamos de cierta impunidad… Si lo llega a ver dígale que estoy de acuerdo con él.”
 
    Nunca me gustó el futbol y menos los mundiales. Me traen recuerdos ingratos, del año en que todos los argentinos nos idiotizamos frente al televisor sin saber que en realidad detrás de esa pantalla se escondían otras intenciones. Creo que me quedó un sentimiento de culpa… porque esa vez yo también caí en la trampa…

    Cuando reaccioné ya era tarde, pero me dije: NUNCA MÁS.

    Y ahora me encuentro en la misma situación, ¡no lo puedo creer!, en realidad lo que no puedo creer es la poca memoria de algunos y la inocencia de otros.

    Hace nomás dos meses hubo una plaza llena de gente reclamando por la inacción de las autoridades frente a la mayor tragedia climática de la ciudad y esa misma plaza hoy se llena nuevamente, pero frente a una inmensa pantalla, que los mismos que no hicieron nada en aquel momento, ahora utilizan recursos públicos para entretener a personas que inocentemente acuden, llevados por la llamada “pasión argentina”.

    Mientras, a pocas cuadras de allí, hay niños que no pueden recibir la atención medica que necesitan, por falta de insumos, de recursos y hasta de una adecuada calefacción.

    Me rebela la situación… el dichoso mundial se ha metido, sin pedir permiso, en mi casa, en mi televisor, en mi computadora.

    No soporto más las propagandas donde cualquier producto que se quiere publicitar, desde un medicamento, lo que de por si es una aberración ya que es tratado como un bien de consumo, hasta la polenta de un minuto, me recuerdan que en pocos días se detendrá el país y que ya nadie se preocupará porque no llega a fin de mes, o porque la corrupción nos inunda cada vez más, como aquel día de abril, o porque hay escuelas que los días de lluvia no pueden dar clases, ya que sus paredes están electrificadas y sus techos no protegen ni a alumnos, ni a maestros.

    Mi paciencia tiene un límite y cuando vi que “mi” muro de Facebook se llenaba de amigos en celeste y blanco, cosa que no había ocurrido en las verdaderas fechas patrias, y que todos se transformaban en avezados comentaristas de futbol, antes, durante y después de los partidos, me dije: ¡hasta aquí llegué!

    Sin pensarlo demasiado les dejé una nota que decía así: “Me voy a retirar a esperar que llegue el 14 de julio, no se preocupen por mí, estoy muy bien, me dedicaré a leer y escribir, los quiero igual y les mando un fuerte abrazo. Guillermina.”

Para pensar:
 
 

 

viernes, 27 de junio de 2014

Aniversario


Aniversario

“Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo”
 Almafuerte

Por Julia Volonté

    Hoy cumplimos un mes desde que iniciamos la travesía de este blog. Para quienes lo hacemos es una fecha significativa. Un aniversario de la muerte de Miguel Ángel Volonté. Creemos que el mejor recuerdo es seguir trabajando con la palabra que nos habita y heredamos.  A pesar de ello amerita el homenaje.

 

martes, 24 de junio de 2014

Ficciones: La Valija


Ficciones

La Valija

…a mis primas y nuestros recuerdos

Por Julia Volonté

    ¿Cómo olvidarla? ¿Cómo no recordar aquel día frío de agosto cuando llegó a casa? Con su tapado verde con los botones grandes del mismo color y el cuello puntudo, como se usaba en la época. Lo cierto es que venía de paso. La Tuta Mandagarán era conocida de mi vieja y como era costumbre heredada de mis abuelos y de los abuelos de mis abuelos quizás, mi casa estaba abierta a todos los que pasaran de visita. A quienes se les daba hospedaje, si la ocasión lo ameritaba.

    Resulta que la Tuta venía siguiendo a El Hombre que había conocido una noche en Mumbo Yumbo, la boite de Tapalqué, que en esos tiempos era el lugar de “esparcimiento” de las muchachas y muchachos. Allí había ido con las chicas de Delos Heros, con quienes compartía la edad de merecer y las salidas. El Hombre en cuestión era chofer del Tirsa que hacía la ruta Mar del Plata-Rosario. Entre la llama de los besos de aquella noche, él le prometió que volverían a verse a la semana cuando pasara por Tapalqué camino a Rosario. La Tuta sin dudar a la semana se paró en la ruta a esperar el paso del Tirsa y a El Hombre que lo manejaba. A las dos horas apareció en el horizonte el ómnibus, y el Ruben, como se llamaba, que la hizo cebar mate los 386 kilómetros que separaban Tapalqué de San Nicolás donde la depositó porque tenía conocidos. De los fogosos arrumacos de aquella noche olvidada en Mumbo Yumbo, poco quedaba, ni cenizas. Así fue como llegó a casa, con la promesa de El Hombre que en tres días cuando hacía el recorrido inverso la llevaba a Tapalqué. En esos tres días podían encontrarse y reavivar la llama. Eso le decía la Tuta en la cocina a mi vieja por lo bajo, al lado de la cocina, meta mate y charla, en el segundo día de espera y sin noticias de El Hombre. Recuerdo vívidamente la pregunta de mamá camuflada de complicidad: -¿Y tu familia que dice?

    Al quinto día de estadía mis viejos comenzaron a sugerirle a la Tuta que tal vez le había surgido algún contratiempo. Ella insistía que volvería. No era que nos molestara su presencia, era el nerviosismo que tenía, las largas charlas que sometía a mamá en la orilla de la cocina buscando justificaciones de la tardanza.  La Tuta a estas alturas era un monumento a la espera, un monólogo de por qué el Ruben esta vez cuando suene el timbre estará tras esa puerta. La incomodidad de verle la cara cuando no era El Hombre el que llamaba por teléfono. El desagrado de su rictus cuando alguien sin querer le recordaba la cantidad de días que su visita se prolongaba. Lo cierto es que al décimo día mi viejo le compró un pasaje de ida a Tapalqué en el Tirsa y allí la dejamos, sentada en el asiento del micro rumbo a su vuelta.
    Nunca supe que fue de la vida de la Tuta Mandagarán.  Como tampoco llego a desentrañar qué fue exactamente lo que impactó tanto en la memoria de mis recuerdos. Los días convividos con ella, que tuve que prestarle mi cama, el verde de ese tapado, la espera, la eterna espera de esa mujer por El Hombre o la bolsa de hacer los mandados que  traía como única valija.                                                    

sábado, 21 de junio de 2014

Cine: Videoclips mundiales: Los últimos héroes


EL MONTAJISTA

Ensayos y reflexiones sobre cine

 
Videoclips mundiales  

Los últimos héroes
 
Por María Julieta Escayola

 
Italia ’90  fue el tiempo en que disfrutó
cada partido como un niño

MJE

Además de la realización del campeonato internacional de fútbol, el Mundial genera en su periferia un sinfín de productos, desde los turísticos, culturales, marketineros (balones y mascotas) así como las canciones oficiales compuestas para la ocasión. Al promediar el 2014 ya hemos podido apreciar varios videoclips a lo largo de distintos  mundiales que utilizaron este particular lenguaje como medio de publicidad.

La extensión de los audiovisuales se divide en largometrajes (cuando supera los 60 minutos), mediometrajes (de 30 a 60 minutos) y  cortometrajes (máximo 30 minutos). Específicamente aquellos cortos que se dedican a promocionar una canción a través de recursos fílmicos se les suele llamar videoclips (haciendo referencia a que por lo general han sido grabados en formato de video). En ellos hay mayor experimentación, y por lo general se valen de relatos de tinte surrealista para expresar una idea o concepto que surge de la misma canción.

Sus orígenes pueden remontarse a 1920, cuando Oskar Fischinger creó piezas de imagen para temas musicales preexistentes. Ya en 1966 las canciones de The Beatles fueron representadas en videos conceptuales, y en 1974 el grupo sueco Abba hizo lo suyo. El 1 de agosto de 1981 MTV comenzó sus primeras transmisiones, y de esta forma se convirtió en el primer canal temático de música a través de este tipo de proyecciones.

La mayoría de las veces se desconoce la identidad de los directores de estos cortos. Situación incorrecta si las hay, pero que esta circunstancia está cambiando y de a poco estamos conociendo a los autores de estas obras.

Como dijimos anteriormente, el Mundial no estuvo ajeno a esta tendencia. En Italia 1990 la canción Un’ estate italiana (Un verano italiano) compuesta por Giorgio Moroder (Expreso de Medianoche) con letras de Tom Whitlock e interpretada por Gianna Nannini y Edoardo Bennato, fue quizás la más acertada, significativa y difícil de igualar. Todavía se escucha en las radios, en equipos de música de cualquier formato y es la primera en recordarse.

Y es que posiblemente además de su música, Italia 1990 sea uno de los campeonatos más sólidos y emocionantes de todos los tiempos por algún toque mágico difícil de descifrar. Fue bisagra de la industria mundialista al detectar la pasión que enciende los cuerpos cuando se aprecia un campeonato internacional. Definió a los verdaderos héroes. Porque el camino del héroe no es aquel que triunfa, sino es la forma en que uno emprende el camino y el tesón que se le pone. Italia ’90 fue un símbolo, un paso distinto, un último mundial verdaderamente vivido. 

En el videoclip se aprecia un gran colorido y una estética noventosa de la movida tecno de la época, algo kitsch y dos intérpretes que ponen garra a sus desempeños. Comienza esta moda de recrear la emoción de los goles.

 

Llegaría el turno de EEUU 1994. Con una intro de coro celestial a lo góspel y con características mesiánicas, Gloryland fue interpretada por Daryl Hall y Sounds of Blackness. El videoclip claramente olvidable.

 

En Francia 1998 la cuestión repuntó y fue el turno de Ricky Martin para interpretar La copa de la vida con destellos bien pop. Fue a partir de este año en que no sólo hubo una sola, sino varias canciones oficiales. Algunas se hicieron más conocidas que otras.

En el videoclip ya se pueden apreciar filmaciones de goles, de peleas y de situaciones futboleras (algunas bien bizarras). Se va apreciando una mejor tecnología. Pegadiza, con reminiscencias latinas y españolas, la canción hace una comparación entre la vida y la copa a ganar. Nos sigue dando cierto escalofrío algunas estrofas por lo ridículas que pueden llegar a sonar sin la música: “como Caín y Abel es un partido cruel, tienes que pelear por una estrella” (es decir, al fair play dejalo de lado y matalo a golpes al que está enfrente tuyo por un instante de estrellato) pero bueno, la intención está, porque después mejora cuando dice “consigue con honor la copa del amor”. Lo que queda es el Alé, alé, alé del estribillo que hoy se puede seguir escuchando (y que significa vamos en francés, no piensen que se refiere al argentino multi-todo Matías Alé, por Dios).   

 

La calidad llegaría de la mano de Corea- Japón 2002. Gran destreza en su filmación, estridencias, atmósfera de esperanza, de cosmos ancestral. Surrealista, el infaltable animé japonés se combinó con personajes reales y pescados voladores. La letra más que linda. Shima Uta (Canción de la Isla) ganó varios premios y fue  interpretada por el genial Alfredo Casero.

 

Hebert Grönemeyer interpretó Celebrate the day para Alemania 2006, junto con otras canciones para darle más contenido internacional. Así, Il Divo y Toni Braxton cantarían Times of our lives, Shakira y Wyclef Jean, Hips Don’t lie (y con esto Shakira entraría como cantante mundialista oficial y comodín “por las dudas”) y Bob Sinclair el más conocido Love generation. El video de Celebrate the day se refiere específicamente con sus imágenes, al deporte en cuestión, mientras que Love generation narra la tierna historia del niño que recorre el mundo en su bicicleta acompañado por la mascota Goleo VI.

 

Sudáfrica 2010 le dio el pase a Shakira con el Waka waka que nos hizo vibrar. Similar es ahora el We are one de Pitbull, Jennifer López y Claudia Leitte.

 

 
    La onda, desde hace un tiempo, es que sea una música pegadiza, los cantantes de distintas latitudes para hermanar pueblos, que se vean en el video características de la cultura anfitriona y que sus imágenes sean emotivas e impactantes. Lo logra a veces, en otras se nota que se están quedando sin creatividad. Y es que tal vez seamos muy nostálgicos, no demos paso al futuro y sigamos pensando en el verano italiano. Lo cierto es que los últimos héroes ya no están más.

miércoles, 18 de junio de 2014

Realidades y relatos: Las marcas de la guerra


Realidades y relatos

Las marcas de la guerra

Por María Guillermina Volonté

   
    Publicado en el libro "Cuentos bajo el portal azul" compilado por WALLY ZAMBON, Editorial Dunken, 2014, ISBN 978-987-02-7171-0.
    Las guerras siempre dejan huellas, algunas físicas, otras psicológicas y otras emocionales. Familias y amigos que nunca se volvieron a ver, recuerdos dolorosos, pérdidas irreparables. Desde muy joven éste fue un tema que me obsesionó, por ello en este relato ficcionado, intento homenajear a quienes pasaron por alguna de esas tristes e inolvidables situaciones.

    Recuerdo con nitidez aquel día, 1 de septiembre de 1939.

    Me había levantado temprano, debía prepararme para el concierto de violín que esa tarde daría en la pequeña iglesia del pueblo.

    Tenía 15 años y mi vida transcurría tranquila: el colegio, las clases de violín, las tertulias en mi casa con mis padres y mis dos hermanos. En los ratos libres dedicarme a la lectura… ¡Eran tantos los libros de la biblioteca de mi padre que nunca terminaría de leerlos! - Eso era lo que pensaba…

    Uno de los momentos más alegres era cuando recibía alguna de las extensas cartas que me enviaba Nina, mi amiga de la infancia, desde su pueblo natal, Bedzin, al sur de Polonia.

    Nos habíamos conocido en unas vacaciones de verano en las playas del norte, sobre el Mar Báltico, encuentros que se repitieron cada año, en la misma época y en el mismo lugar.

    Desde ese momento fuimos inseparables, aún a la distancia, las cartas iban y venían desde Moritzburg a Bedzin, cruzando la frontera alemano-polaca y a la inversa.

    Mi mundo era así, muy simple, podría decirse hasta monótono, no había muchas cosas más por hacer en Moritzburg y a esa edad no se piensa demasiado en el futuro.

    Hoy, que han pasado casi 60 años de ese día, reflexiono y me doy cuenta cómo puede cambiar todo en un instante…

    Pero, volvamos a 1939…

    El pueblo se revolucionó, la gente se agolpaba en las esquinas, hablaban en voz baja, sus rostros reflejaban preocupación. No obstante, también estaban quienes atravesaban el pueblo en sus autos, vitoreando y tocando sus bocinas estrepitosamente.

    En un principio no entendí lo que sucedía, hasta que escuché decir a mi madre, a media voz: “parece que invadieron Polonia”, “se viene la guerra”…

Solo pensé en Nina y me puse a llorar.

    A partir de ese día todo cambió en Moritzburg, los jóvenes del pueblo con sus uniformes de soldados partían en oscuros e interminables trenes, mientras que en el andén de la estación sus familiares se abrazaban acongojados.

    En casa tampoco la vida fue la misma: se terminaron los conciertos y las clases de violín, al caer la tarde las ventanas se cerraban, las luces encendidas eran pocas. Yo me las ingeniaba para seguir leyendo a la luz de una pequeña lámpara a kerosene que tenía en mi habitación, mientras mis padres se sentaban junto a la vieja radio tratando de escuchar alguna noticia.

    Cuando llegó la primera carta de Nina, después de aquel fatídico día, ya había transcurrido casi un año y comprendí de golpe que algo había cambiado entre nosotras.

    Todo lo que me contaba era muy triste, casi me describía un infierno, ya no tenían clases en los colegios, les habían incautado los documentos, la comida escaseaba, los que podían huían de Bedzin y los que se quedaban no tenían demasiadas esperanzas de sobrevivir en esas condiciones.

    Nuestro intercambio epistolar fue espaciándose en el tiempo, se hacía cada vez más difícil tener noticias de lo que ocurría del otro lado de la frontera.

    Tampoco era fácil la vida en Moritzburg, mis padres comenzaron a pensar y planificar una mudanza a un sitio más tranquilo.

    A medida que nos alejábamos de Alemania, rumbo a nuestro nuevo hogar, yo sentía a mi amiga cada vez más lejana.

    En su última carta me contaba que la habían seleccionado para trabajar en una fábrica, que dentro de todo eso la tranquilizaba ya que la salvaba de ser deportada como a muchos de sus amigos, yo no comprendí en ese momento lo que eso significaba…

    Pasaron los años, nunca olvidé a Nina, con el tiempo intenté buscarla pero fue en vano. En Bedzin no había registros de los jóvenes que vivieron entre 1939 y 1943, como si se los hubiera tragado la tierra…

    Cada vez que paseo a la orilla del mar, la recuerdo, recuerdo nuestros juegos en la arena y nuestras interminables confidencias al arrullo de las olas de aquél Báltico inolvidable.

    Cada vez que abrazo a una amiga, imagino que la estoy abrazando a ella.

    Cada vez que el cartero toca mi puerta, me salta el corazón pensando si será carta de Nina…

    Soy optimista… quizás… algún día…

domingo, 15 de junio de 2014

Poesías: Desintegración Humana


Poesías

Desintegración Humana

“…una decisión de triunfo en las pupilas”

Ernesto Guevara

 

la estrella no es ingrata

es ingrato el hombre

que mira sin comprender

la trayectoria

                         que la hizo brillar

               Julia Volonté

jueves, 12 de junio de 2014

Deportes: Pasión Mundial


Deportes

Pasión Mundial

-Pensamientos actuales de un viejo hincha del fútbol-

Por Fernando Volonté

    Entre las más diversas actividades deportivas que se practican en nuestro país, sin lugar a dudas que es el fútbol el que atrae la atención masiva de nuestros habitantes en todos los rincones de nuestro extendido territorio. Es por ello que históricamente ha sido catalogado como pasión de multitudes.

    Dentro de los certámenes universales de esta práctica deportiva, es actualmente el más importante y representativo el de la Copa Mundial de Fútbol que se disputa cada cuatro años, y cuya 20º edición comienza hoy en Brasil.

    Por ser un país originario de jugadores de muy buena técnica y habilidad, durante años presumimos estar entre los mejores del mundo; pero ausentes en la disputa de este máximo certamen reanudado luego de la segunda guerra mundial, recién retornó la Argentina en el Mundial de 1958 en Suecia, donde su fracaso la estrelló contra una realidad que la obligó a reubicarse.

    A partir de entonces, con humildad y trabajo inició un nuevo camino que la llevó a obtener la preciada copa en los torneos de 1978 (en dictadura) y de 1986 (en democracia), con conjuntos de futbolistas que revalorizaron a las representaciones argentinas en todo el mundo. Y siempre con la misma pasión inclaudicable de la hinchada.  

    A ello podemos sumar los nuevos medios de difusión masiva que hoy en día permiten a mayor cantidad de habitantes poder seguir la disputa de los partidos, desde los más recónditos lugares del orbe, con el marcado avance de la televisión sobre la época de oro de la radio. Ahora la presencia de internet suma un nuevo aporte de llegada universal.

    La indiscutible realidad económica de nuestro país en relación desventajosa con otras comunidades, es el motivo fundamental por el cual los jugadores más destacados de nuestro medio emigran en los últimos años a otras latitudes en busca de consolidar su bienestar futuro. Tal es así que de los 23 hombres que hoy integran nuestra selección son 20 –un 87%- los que están jugando en otros países, y solamente 3 los que actualmente militan en equipos de nuestro medio.
 

    Hoy comenzará a rodar la brazuca en tierras brasileñas y la pasión mundialista renacerá en las ilusiones de los argentinos y durante un mes ocupará el centro de nuestra atención. Con el recuerdo de otras participaciones similares, creemos que es necesario convenir que los 23 jugadores seleccionados son a partir de ahora nuestros mejores futbolistas, que como hinchas sinceros dejaremos colgados en el ropero nuestros “trapos” partidarios, y por un mes levantaremos una sola divisa: la celeste y blanca.

    Que quede bien en claro que para nosotros, los viejos hinchas, esto no es política, esto es fútbol, y cuando la pelota entra en el arco es gol. Tengamos fundadas esperanzas en la actuación de  nuestros representantes: ¡Vamos Argentina!   
   


lunes, 9 de junio de 2014

Cine: Madama Butterfly: Gran técnica por sobre la emoción


EL MONTAJISTA

Ensayos y reflexiones sobre cine

Madama Butterfly
FICHA TÉCNICA:

Ópera filmada
Producción:
Unitel GMBH & Co. KG, Munich.

Dirección de orquesta:
Herbert Von Karajan

Orquesta:
Filarmónica de Viena

Regisseur:
Jean- Pierre Ponnelle

Escenografía:
Jean- Pierre Ponnelle y Jean- Louis Martinotty

Cámara:
Hartmut Zingel

Maquillaje:
Josef Coesfeld, Dagmar Friedrich, Fredy Arnold, BrigittaWehrand

Sonido:
Gordon Perry, Rolf P. Schröder

Editor:
Gela- Marina Runne

Intérpretes:
MirellaFreni (Cio-Cio-San)
Plácido Domingo (B.F.Pinkerton)
Robert Kerns (Sharpless)
Christa Ludwig (Suzuki)
Michel Senechal (Goro)
Hans Helm (Representante del imperio nipón)
Siegfried Rudolf (Notario)
Marius Rintlzler (El bonzo)
Giorgio Stendoro (Príncipe Yamadori)
ElkeSchary (Mrs. Kate Pinkerton)
Evamaria Hurdes (Madre de Cio- Cio- San)

Coro: Ópera estatal de Viena

11 de diciembre de 1974, Berlín, Alemania.
 

Gran técnica por sobre la emoción:

Por María Julieta Escayola

    
    El regisseur Jean- Pierre Ponnelle (París, Francia, 19 de febrero de 1932-  Munich, Alemania, 11 de agosto de 1988) quiso filmar con variados recursos audiovisuales la ópera del compositor Giacomo Puccini (Lucca, Italia, 1858- Bruselas, Bélgica, 1924), circunstancia que fue concretada en esta película de 1974 con gran técnica pero poca emoción.
 
 
     Décadas antes, los libretistas Luigi Illica (Castell’ Arquato, Italia, 1857- Colombarone, Italia, 1919) y Giuseppe Giacosa (Giacosa, Italia, 1847-1906) decidieron recrear en clave operística, una verdadera tragedia japonesa basada en el cuento Madame Butterfly de J. L. Long de 1898, en la novela Madame Chrysanthème de Pierre Loti de 1887 y en acontecimientos reales ocurridos en Nagasaki (Japón). Puccini a su vez, la pergeñó en idioma italiano en dos actos, el segundo dividido a su vez en dos partes. Hubo en total cinco versiones, la última estrenada en 1907.

     En esta versión cinematográfica, todo comienza con un flashforward en cámara lenta y con colores sepia que nos muestran a Pinkerton (interpretado por el tenor y barítono José Plácido Domingo) corriendo desesperado. La escena anticipa lo inevitable.

     Inmediatamente la historia remite a los actos originales, que  relatan cómo B. F. Pinkerton, oficial de la Armada estadounidense, alquila en 1904 una casa sobre la colina en Nagasaki para él y su novia, Cio- Cio- San, apodada Butterfly. Y es que ha pedido a la muchacha en matrimonio a través del casamentero Goro. La boda tendrá lugar allí mismo, y Butterfly se convierte secretamente del budismo al cristianismo. Pinkerton se va y tres años después vuelve casado con una nueva esposa norteamericana y además, decidido a llevarse al hijo que ha tenido con Butterfly para criarlo en Estados Unidos. Ella, que lo ha esperado todo ese tiempo y ha cambiado sus costumbres radicalmente, se da cuenta de su error. Entrega al niño, se retira a sus habitaciones y se suicida con el cuchillo de su padre. Es en este punto que volvemos al comienzo de la historia. Pinkerton corriendo.  

     Analizando esta puesta, debemos mencionar momentos que resaltan por sobre los demás, como la aparición en escena de la protagonista (interpretada por la soprano Mirella Freni) acercándose acompañada del coro, como quien viene del mar traído por sirenas. Se vislumbran figuras etéreas envueltas en una niebla oportuna. Ella está vestida de blanco, color característico del luto japonés, tal vez un presagio de lo que vendrá.

     Entre otras escenas impactantes son dignas de enumerar la primera noche de Butterfly con Pinkerton; cuando ella le muestra el niño al cónsul; cuando expulsan al casamentero de la casa y sobre todo cuando Cio-Cio- San le deja como misión a su hijo de tan sólo tres años, la venganza llegado el momento oportuno que ella no podrá concretar por sí misma. Como una forma de reivindicación de aquel estado desesperante en que está sumida por promesas que nunca se han cumplido. 

     Es de destacar además cuando Butterfly se imagina cómo sería el reencuentro con su amado. Quizás sean las imágenes más logradas, más bellas, oníricas, románticas y totalmente opuestas a lo que ocurre en la realidad.

     Ponnelle sigue fiel a la ambientación que siempre eligió: los tonos monocromos, descoloridos, los colores pasteles. Afuera, un marrón indefinido de los pastizales y adentro, los azules y grises.

     En todo momento se evidencian detalles de la cultura japonesa que contrastan con los objetos occidentales. Éstos últimos irán ganando un lugar en la casa oriental a medida que pasa el tiempo, demostrando las convicciones de Butterfly y por otro lado, su lucha interna entre ambas religiones.

     Apreciamos, entre los recursos audiovisuales utilizados, los planos cenitales, los fundidos fuera de foco, los primeros planos, las pantallas partidas y las elipsis que marcan adecuadamente el paso del tiempo y que hacen que se pueda configurar este desafío como pieza cinematográfica.

     En cuanto a los arreglos musicales, no hay muchas modificaciones del original, cuando fue concebida en el contexto del movimiento italiano verista que comienza hacia 1890 y concluye con la primera versión de Madama Butterfly, en 1904.

     El verismo busca darle a la ópera una función social, con un lenguaje llano y simple. Se adapta la melodía al discurso para que sea más claro. Se le da también valor a la orquesta y a formas puramente instrumentales como los interludios. Son importantes además las culminaciones de tensión emotivas y se le da valor al sentimiento.

     En este contexto Puccini elaborará su obra con protagonistas sencillos, con una psicología más elemental, con vicios y virtudes por igual. Pero a lo que verdaderamente le dará importancia es a la atmósfera. Puccini es un obsesivo del ambiente, buscando mundos lejanos y exóticos, con costumbres diversas y usos diferentes, paisajes, tradiciones y geografías que evidencian una cierta desolación existencial.

     Creador de nueve óperas y una completada por Franco Alfano en 1926, el gran mérito de Puccini fue la exploración de cierta técnica compositiva, como el leitmotiv, un concepto musical que rige el cine hoy en día y que, a nuestro entender, se identifica a la música con un personaje, estado de ánimo o acontecimiento en especial.
     En cuanto a los intérpretes protagonistas, en esta oportunidad Mirella Fregni (Módena, 1935- ) más conocida como Mirella Freni, es opacada ampliamente por Plácido Domingo (Madrid, 1941- ). Éste aporta todo su carisma. De hecho el resto de los personajes se desdibujan al lado del talento del cantante. Por su parte, la técnica de Freni es buena pero no expresa emotividad. Las actuaciones, por otro lado, exceptuando la de Domingo, no son muy atrayentes.

     Y es que es nuestro deber expresar que Plácido Domingo es uno de los artistas más versátiles de nuestros tiempos. Además de ésta, ha participado en otras óperas filmadas, como Carmen, dirigida por Francesco Rosi, Tosca, dirigida por Gianfranco de Bosio, Otello, Cavalleria Rusticana & Pagliacci y La Traviata, todas dirigidas por Franco Zefirelli. Cuando se aprecia su arte, entendemos porqué razón recibió la mención del más grande tenor de todos los tiempos por la revista BBC Music Magazine, en marzo de 2008.

     Sobre el regisseur Jean-Pierre Ponnelle no dudamos de su virtuosismo como director, escenógrafo, vestuarista, puestista de óperas, y que su paso por La Sorbona no fue en vano. No obstante, en este intento, no alcanza a expresar el dramatismo propio de la obra de Puccini y que esta Madama Butterfly es sólo correcta. Y es que tal vez el fantasma del compositor sobrevoló otras cintas y dejó ésta un poco huérfana. M.J.E.

viernes, 6 de junio de 2014

Realidades y relatos: Alicia



  Realidades y relatos
Alicia 
Por María Guillermina Volonté
 
    Hace muy pocos días se cumplió un año de la tragedia climática más grande que vivió la ciudad de La Plata. Cuando bajaron las aguas dejaron al descubierto mentiras, desidia, negligencia, impericia y pérdidas irreparables, pero también aparecieron miles de historias cuyos protagonistas fueron desgranando en nuestros oídos. Muchas de ellas matizaron lo real con lo fantástico, lo mágico, lo que no tiene explicación, solamente entendible en las mentes y en el corazón de quienes las vivieron. Esta es la historia de mi amiga Alicia:

A pesar de que esa tarde, desde muy temprano, había comenzado a llover en forma continua, Alicia se reunió con su amiga para tomar el té en una coqueta confitería de la zona.

    Desoyendo las advertencias de su hijo que le recomendaba quedarse en su casa, Alicia enfrentó el inestable clima. Con sus 79 recién cumplidos seguía siendo la misma inquieta y aventurera de su juventud.

    Así estaban, muy entretenidas conversando, cuando el mozo les avisa que cerrarían la confitería debido a la tormenta que con insistencia se cernía sobre la ciudad.

    Recién al salir tomaron conciencia de lo avanzado de la hora, de la oscuridad reinante y de la intensa lluvia que caía sin parar.

    Se despidieron y mientras que su amiga cruzaba la plaza para dirigirse a su casa, Alicia lo hizo en dirección contraria.

    Ni bien dobló la esquina notó que el agua le llegaba a los talones, apuró el paso con la mirada fija en el suelo, que poco a poco iba perdiéndose debajo del río en el que se convertía la calle.

    Veía con dificultad, las luces estaban apagadas, el frío del agua le adormecía los pies, notaba que el nivel del mismo cada vez crecía más y más, estaba por la mitad de sus piernas. Le costaba avanzar ya que la fuerza de la corriente, en dirección contraria a la que llevaba Alicia, se lo impedía, el ruido que producía ese río cada vez más caudaloso la ensordecía.

    De repente y ante su desesperación, notó que llegaba a su cintura… y seguía cubriéndola y empujándola en sentido opuesto.

    Se aferró a lo primero que apareció ante sus aterrados ojos y comenzó a pedir auxilio.

    Ya no sentía frío, ni el dolor de sus nudillos lastimados por el esfuerzo que debía hacer para no soltarse y ser arrastrada por la corriente.

    Invocó a Dios y cuando sus fuerzas flaqueaban sintió que dos pares de fuertes brazos la aferraban; a cada lado de su agotado cuerpo los vio: altos, muy altos, pelo bien corto, vestidos totalmente de negro.

    Sin pronunciar una sola palabra la levantaron en vilo y la depositaron en la entrada de un edificio cercano, donde personas solidarias la recibieron y cubrieron con mantas y toallas.

    -¡Qué Dios los bendiga!- atinó a decirles, pero al girar la cabeza ellos ya no estaban allí, solo la negrura de la noche, y el correntoso y ruidoso río…

    Más tarde, más tranquila, seca y calentita, saboreando una sopa que alguien le acercó, dominando el temblor de todo su cuerpo, pudo articular algunas palabras:

    -¿Qué hubiera sido de mi sin la aparición de esos dos jóvenes que me ayudaron y me trajeron hasta aquí? ¡Ellos me rescataron de una muerte segura!

    Quienes la escuchaban se miraron extrañados.

    -No vimos ningún joven con Ud.

    -Ud. llegó sola a la puerta del edificio que, con dificultad, pudimos abrir para que entrara.

    Inútiles fueron los intentos de esa noche y de los días siguientes por encontrar a sus salvadores, a esos dos ángeles silenciosos que la rescataron de las garras de aquel río que corría desaforado por las calles de la ciudad.

    Nadie sabía sobre ellos…

    Nadie los vio esa noche…
    Solo ella, Alicia…