Publicado en el libro "Cartas de Amor", Antología Internacional 2014,
Editorial Rosario, ISBN 978-987-3676-06-2.
La carta llegó a mis manos por casualidad el día en
que decidí ordenar el desván de la antigua casa de mis padres. Al levantar una
polvorienta pila de libros, cayó al suelo. Inmediatamente reconocí la elegante
letra de mi madre en ese papel amarillento por el paso del tiempo.
- ¿Será alguna carta escrita a mi padre?,
me dije.
Pero no, estaba dirigida a un tal Ernesto…
que no era el nombre de mi padre…
Me sorprendió el “Mi adorado Ernesto”, con que comenzaba y me inquietó terriblemente
el poder descubrir un posible misterio oculto de mi madre. Dudé en leerla, pero
la curiosidad pudo más:
“Te sorprenderá recibir esta carta luego de
haber pasado juntos un fin de semana maravilloso – comenzaba la misiva –.
Lo que te diré me desgarra el corazón, pero
no he podido encontrar otra solución a nuestro dilema.
Mi pequeña hija me necesita y yo la
necesito a ella, mi marido jamás permitirá que me separe de él. Tú sabes
perfectamente que no lo amo, nunca lo amé, que nuestro matrimonio fue una
imposición de mis padres, pero no me queda otro camino que decirte adiós…
Nunca dejaré de amarte. Aunque no estemos
juntos, así nos sentiremos.
Con todo mi amor. Lucía”
¡No lo podía creer! Jamás había sospechado
que mi madre no había sido feliz en su matrimonio, jamás lo dejó traslucir.
Todos los momentos vividos en familia se agolpaban en mi memoria, nunca un
gesto que indicara sus verdaderos sentimientos, nunca una queja, nunca una
lágrima, por lo menos en mi presencia.
De pronto, caí en la cuenta de que si esa
carta estaba allí, si yo la había encontrado entre las hojas de ese viejo
libro, jamás mi madre la había enviado a su destinatario, ese desconocido
llamado Ernesto…
¿Qué significaba esto?
Me negaba a pensar en una doble vida de mi
inolvidable madre. Pero…la carta seguía allí, a pesar de los casi 50 años
transcurridos…
Lo que más me angustió fue comprender que
ya nunca podría saber la verdad y que la revelación que me llegaba a través de
esas líneas quedaría por siempre en la nebulosa bruma del pasado…
La
ópera prima de la directora australiana Julia Leigh nos transporta a una
realidad poco conocida a través de un relato áspero, crudo y desprovisto de
todo atisbo de sentimentalismos. Además, en la forma de la narración se
vislumbra cierta dosis de distinción y encanto, de sensualidad en medio de la
perversidad y de erotismo en medio de la atrocidad. Es aquí, en esta perfecta mixtura,
donde reside el verdadero acierto de Sleeping
Beauty (La bella durmiente).
Se trata de una particular visión sobre la
prostitución en la que se pueden hacer distintas lecturas. Debemos aclarar,
antes de seguir con nuestro análisis, que el tema no es la trata de personas,
puesto que existe en esta historia una decisión autónoma para ejecutar ciertas
actividades, sin presión ni intimidación, se puede renunciar en cualquier momento
y su “madama” le aconseja al personaje principal que no tome este camino como
una carrera, que sea transitorio y que utilice sabiamente el dinero que
conseguirá en cada encuentro.
Así desplegadas las cartas, la película
desafiará al espectador con una toma de postura, sobre todo en aquellos que
necesitan siempre rotular, indignarse o aprobar (incluso antes de todo tipo de
reflexión). En este sentido habrá miradas condenatorias o angustiantes. Lo
cierto es que el debate está instalado. Por esta razón es que consideramos
adecuada la narrativa que nos lleva a algún tipo de profundidad en el
razonamiento.
Lucy (muy bien interpretada por la actriz Emily
Browning) es una joven que tiene varios trabajos “tradicionales” (entre los que
se cuentan la oficina y el café) y algunos otros extraños, como cuando se
somete a experimentos médicos. Desde este punto de vista, su mundo es gris,
frío y rutinario. Vive con dos seres que aborrece y la aborrecen y de tanto en
tanto sale a la noche a tomar alguna copa y alguna línea. Hay una referencia a
una madre que no aparece nunca y que, en una primera impresión, sería mejor
perderla que encontrarla. Estudia pero no se sabe bien qué, tampoco parece que
le entusiasma mucho. En todos estos ámbitos se conduce igual: apática, con el
mismo tono de voz, con la misma expresión, con su misma forma inalterable.
Ante la contundente afirmación “mi vagina no
es un templo”, se evidencian signos de que el personaje principal está abandonado
a su propia suerte. Ni su vagina es un templo, ni sus relaciones son sanas, ni
su vida es un ejemplo. Su tránsito por el mundo se asemeja más a una sala de
espera en el médico (tediosa e intrascendente) que a un proyecto con objetivos
claros.
El único vínculo fuerte lo mantiene con su
amigo que está muriendo, como factor clave en el entramado de relaciones. Las escenas
en que aparece nos recuerdan aquella verdadera tesis sobre el alcoholismo que es
Adiós a las Vegas (de Mike Figgis,
EEUU, 1995).
Es en este estado donde decide hacer un
llamado telefónico y entrar en un mundo que le es ajeno. Después vendrá todo lo
demás. Lo más iluminado de su vida será el oficio que eligió. Como en Belle de Jour (de Luis Buñuel, Francia,
1967) la protagonista encuentra allí una especie de respuesta a su vacío
emocional.
La obra retrata una relación con el cuerpo.
El derecho al propio cuerpo como medio para lograr otros fines. El derecho al
propio cuerpo mostrado en su máximo fundamentalismo. La determinación de usar y
abusar de él para lo que sea, donde sea y sin importar mucho las consecuencias.
El mundo de la profesión más antigua en
clave vip es un mundo en el que se muestran las miserias humanas, donde se
ventilan cuestiones más que privadas y se hablan temas como la vejez, el
hartazgo, el aburrimiento, el suicidio, la agresión, la desilusión.
Pero Lucy no logra calmar su falta de
propósitos y comienza a sentir curiosidad. De allí hay un paso para el
desenlace y la conclusión ¿final?
La escasa música le da un toque hosco a la
trama. Sólo se detectará de un modo relevante en el plano secuencia de la casa
en el campo. Con ello se indica que habrá un giro en la historia. Un modo
extremo de ejercer la profesionalización del sexo: Lucy sabe que no habrá
penetración y sin embargo, es lo único de lo que tendrá conciencia.
La fotografía es sutil. La dirección de
arte también, casi que nos invita a dormir entre sábanas de seda y sin saber
sobre aquello que nos circunda.
Minimalista, cruel, ruda. Así es la película
que eligió para comenzar su camino cinematográfico Julia Leigh, adaptando la
novela corta “La casa de las bellas durmientes” del escritor japonés Yasunari
Kawabata (Premio Nobel de Literatura, 1968) y en la que también se inspiró el
mágico Gabo para escribir su libro “Memoria de mis putas tristes”.
La sensibilidad literaria del solitario
Kawabata es puesta a prueba en la cinta, desposeída de todo elemento emotivo y
sin emitir juicio de valor alguno. Leigh sale airosa en esta experiencia y se
perfila bien.
Finalmente, debemos decir que la prostituta
durmiente tiene encanto, es bella y apacible. Pero fuera de ese sueño deseoso se
oculta una realidad difícil de digerir.
No existe tragedia más grande que el enfrentamiento
entre hermanos, amigos, ciudadanos de un mismo país, enfrentamientos
ideológicos, políticos, que serán aún más dolorosos si son armados. La historia
está repleta de reseñas sobre guerras fratricidas. La Guerra Civil Española
sumió al pueblo español durante casi tres años en una violencia política,
social y económica con decenas de miles de muertos y heridas difíciles de
cerrar. Pensando en estas incomprensibles consecuencias surgió este relato que
comparto hoy con Uds.
“En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”
Federico García Lorca
Nacimos
en Alameda de la Sagra, el 11 de marzo de 1917. Digo “nacimos” porque fuimos
dos: Federico y yo, que me llamo Francisco. Alameda de la Sagra es un pequeño
pueblo cercano a Toledo, en España.
Entre Federico y yo la única diferencia
visible fueron los ojos: celestes intensos los de él, pardos y profundos los
míos.
De niños fuimos inseparables, compartiendo
siempre los mismos gustos, los mismos juegos, compitiendo en el manejo del
trompo o de las canicas hechas con trozos de piedra.
Cuando llegamos a la adolescencia nuestro
padre nos reunió y nos explicó que no podríamos seguir estudiando, pues
debíamos ayudarlo con las tareas del campo, colaborando en la huerta y en el
cuidado de las pocas ovejas, cerdos y cabras que teníamos.
Quien más lo lamentó fue Federico, pero se
propuso seguir estudiando por su cuenta, leyendo ávidamente cuanto libro
conseguía en la pequeña biblioteca del pueblo.
Nuestra madre se ocupaba de la casa,
haciendo maravillas con los exiguos alimentos que llegaban a su cocina, sus
guisos de lentejas con papas y unos escasos trozos de carne, eran devorados por
nosotros al regresar de nuestra tarea diaria.
Podríamos decir que siendo pobres, éramos
felices…
Hasta que estalló la guerra…
Aquel
18 de julio de 1936 no sólo fue el inicio de una cruel guerra sino también fue
el fin de nuestra tranquila y armoniosa vida familiar.
Desde un principio comenzamos a
diferenciarnos con Federico, nuestros pensamientos respecto al origen y al
desarrollo de los enfrentamientos entre españoles, civiles y militares, nos
llevó a violentas discusiones. Nuestros padres nos miraban y escuchaban y en
sus rostros se reflejaba la desazón que les producían nuestras peleas.
Hasta que un día, cuando ya la guerra
tocaba la puerta de nuestra humilde casa, Federico se marchó sin despedirse,
solo unas líneas donde explicaba su decisión de partir a defender sus ideales
republicanos.
Al
poco tiempo los guardias civiles, aliados de la falange nacionalista, me
reclutaron entre sus filas. Éramos unos diez muchachos del pueblo, nos
entregaron unos anticuados fusiles y algunas pistolas y nos convocaban cada vez
que decidían “dar un paseo” a los del otro bando que caían prisioneros.Aprendimos que esos “paseos” consistían en
llevar a los prisioneros a las afueras del pueblo, pararse frente a ellos y
fusilarlos.
Una
noche me avisaron: “tenemos unos rojos, vamos a pasearlos”.
En la oscuridad solo distinguí a unos seis
o siete muchachos como nosotros, más desalineados y barbudos quizás, que con
las manos atadas a sus espaldas esperaban uno junto al otro, con sus cabezas
erguidas orgullosamente, el desenlacefinal.
A la orden del superior disparé al pecho
del odiado enemigo que tenía delante.
“Ahora ¡a rematarlos!” – rugió el teniente.
Me acerqué con la pistola en la mano y en
esa oscuridad distinguí dos ojos de un celeste intenso, pero ya sin brillo, que
me miraban sin ver…
Me paralicé, lentamente levanté la pistola
y lo último que sentí fue el frío del cañón sobre mi sien…
La historia cuenta que el argentino Enrique
Ernesto Febbraro, luego de ver alunizar el Apolo XI el 20 de julio de
1969, y sentir que por una vez en la vida toda la especie humana estaba
unida, propuso que en esa fecha se festejara el día del amigo. Por eso en
Argentina, Brasil y Uruguay, países que adhieren a esta celebración, el 20 de
julio se conmemora dicho día.
¿Pero que celebramos? La Real Academia Española
define amistad como el afecto personal, puro y desinteresado,
compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Y el
neurólogo y neurocientífico Facundo
Manes explica, entre otras cosas, en su libro Usar el cerebro que la vida social activa nos protege del deterioro
cognitivo y que los vínculos sociales nos permiten sostener nuestra propia
vida.
¡Pavada de importancia que tienen los/as
amigos/as en el diario vivir! Implica una construcción que activa todas
nuestras capacidades, en ella ejercitamos la tolerancia, la comprensión y el
afecto puro. Porque los amigos son como esos hermanos que tenés pero que no
heredaste sino que elegiste. Y es una construcción porque como dice la RAE se
fortalece con el trato. Por eso este domingo celebremos con esos hermanos de la
vida a pesar de las diferencias como dice Quino. Salud!
Para Analía, en agradecimiento por La oveja pelada
Enhorabuena. Un día el Hombre creó la
Informática para llenarnos de infinidad de herramientas y re- creaciones que
nos permiten la vida más entretenida.
Y es que hoy por hoy la animación por
computadora implica una forma común de hacer cine a la vez que un recurso más
en el intrincado arte audiovisual.
Por lo general hay un imaginario que
nos dice que “los dibujitos” son para niños. Sin embargo, muchas veces, son los
propios adultos los que se quedan absortos viendo alguna propuesta por el
estilo. Ni qué decir ahora con la digitalización de imágenes, que propone un
sinnúmero inacabable de creatividad y encanto.
El
dibujo animado (o también llamado en otros países caricatura, del inglés cartoon) implica el compromiso del
ilustrador de ir dibujando cuadro por cuadro cada fotograma de forma minuciosa
hasta convertirlo en una secuencia de movimiento. Un verdadero mecanismo de
relojería, de paciencia y descomunal trabajo del hacedor.
El primer dibujo
animado es argentino. Fue realizado por el caricaturista y director de
animación Quirino Cristiani (Italia, 1896- Argentina, 1984) con su película
muda El apóstol, que fue estrenada el
9 de noviembre de 1917. A partir de ese momento se desplegarían múltiples
posibilidades dibujeriles. Largometrajes,
medios, cortos, para televisión, tiras, en video, variopintos, para adultos, para
niños, para jóvenes.
Más adelante los productores se
aliarían a la computadora para armar la animación digitalizada, cuya técnica es
igual a la analógica pero le facilita mucho más el trabajo al artista.
La primera experiencia llegó de la
mano de la película Tron (de Steven
Lisberger, EEUU, 1982), utilizando algunas tomas enteramente informatizadas.
Pero el gran fenómeno aparecería cuando las compañías Pixar y Disney realizaran
el largo Toy Story (de John Lasseter)
estrenada el 22 de noviembre de 1995 en EEUU; totalmente generada por
computadora y destinada a las delicias de
los más pequeños. Hoy en día, la multipremiada empresa Pixar (comprada por
Disney) es la principal promotora de importantes innovaciones artísticas.
Los éxitos de Pixar no se hicieron
esperar y podemos mencionar, entre los más populares y sin contar las
conversiones a 3D, Monsters, Inc. (de
Peter Docter, Lee Unkrich y David Silverman, 2001), Buscando a Nemo (de Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), Ratatouille (de Brad Bird y Jan Pinkava,
2007), Wall-E (de Andrew Stanton,
2008) o Valiente (de Brenda Chapman,
2012).
Es así que la animación digitalizada
ha copado el planeta. Grandes festivales de animación por computadora promueven
esta movida. En Mendoza, Argentina, la Escuela de animación y artes digitales-
Fundación Mendoza Crear (ESCAAD) es un importante referente en la región de
Cuyo y desde 2009 se dedica a la enseñanza del nuevo arte.
De esta manera, hoy gozamos viendo
algunas verdaderas maravillas del software. Con toques de moraleja, de tipo pedagógico,
de lemas sin eufemismos y escasez de golpes bajos, hay algunos que merecen ser
recordados.
Al respecto hemos elegido, para
mostrar hasta qué punto llega la creatividad, y de manera absolutamente arbitraria,
tres cortometrajes producidos en animación digitalizada pero que se
caracterizan por haber dejado huella.
For the
birds (de Ralph
Eggleston, EEUU, 2000) es una joya. Ha sido de loscortos más conocidos de Pixar al punto de
terminar en las redes sociales en forma masiva. En tiempos de maltratos y destrato,
de prejuicios, de intenciones maliciosas, de chismes innecesarios, de bullying y discriminación, la película
enseña y ejemplifica con justicia, con sutil ironía y con un paso de comedia
que impide dejar de reír. Indiscutible ganadora del Oscar al mejor corto
animado, lo más lindo es su firme ternura.
La oveja
pelada (Boundin’, de Bud Luckey y Roger Gould,
EEUU, 2003) encierra un bello mensaje. Todo
pasa, todo cambia, se resignifica y es cíclico. Sin duda alguna, es uno de
nuestros favoritos.
Finalmente, un argento. José Martín
Luengo ha tomado los dibujos de Florencio Molina Campos y ha digitalizado
historias gauchas. Rebenque fue publicado
en youtube el 29-10-12.
Las películas en computadora no se
agotan aquí y para algunos representan el cine del futuro. Los más chicos están
acostumbrados a ver animación de este tipo, y se hace cada vez más difícil el
dibujo de características artesanales. Pero como todo, hay que ver el lado
lleno de la botella y debemos apreciar la cantidad de beneficios que para el
arte cinematográfico esto significa. Además del arte, el entretenimiento y la
industria, claro está. El cine es todo eso. Y más.
Consejo: vea dibujos animados
computarizados. Para sus hijos, para Ud. mismo, para otro. No se va a
arrepentir. Son poderosos y pueden producir verdaderas transformaciones, como
quien, alguna vez, juró no ver nunca más una película y hoy escribe sobre cine.
Cuando el pasado 12 de junio
se iniciaba la disputa del Mundial de Fútbol en Brasil, decíamos de nuestras
fundadas esperanzas en la participación de la selección argentina, pero sin
presuponer una actuación tan descollante que la condujo a ubicarse finalmente
en el segundo lugar entre las 32 representaciones participantes del
certamen.
Quienes seguimos con “pasión futbolera”,
ronda tras ronda, la actuación de nuestro equipo –despojándonos de todo sentimiento
patriotero- pudimos apreciar que su juego fue de menor a mayor, basándose en
dos premisas fundamentales: humildad y trabajo de equipo, que lo fueron
proyectando hacia los primeros puestos del torneo mundial, para llegar luego de
24 años (como en Italia 1990)a disputar
el partido final.
En esta imagen, tomada al finalizar el
encuentro contra Holanda (clasificada en el 3er. lugar), encontramos la
síntesis más representativa de esas premisas antedichas:
Del esfuerzo y actuación de
nuestros futbolistas una expresión acabada y concisa es la que manifiesta el
escritor Juan Sasturain en la nota que hoy publicó:
Finalizó el Mundial 2014. El próximo en
2018 será en Rusia.
Éste nos dejó una clara señal: no pensar
más en “salvadores” individuales, el éxito o la victoria la encontraremos en el
trabajo en equipo entre todos.
No echemos en saco roto el mensaje que nos
dejó este deporte.
Sentimientos, Literatura,
Ficciones y Teatro: una mirada diferente
Por María
Guillermina García
No soy ni crítica de
cine, teatro o televisión. No soy profesora de literatura ni tengo licenciatura
alguna en letras. Sólo me apasionan estas artes y quisiera compartir en este
espacio lo que siento como simple espectadora.
Hoy: MACBETH, El sueño de las brujas de William
Shakespeare
Versión y dirección de
Carlos Rivas
Ficha
técnica: Puesta, versión y dirección de Carlos Rivas en el
Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551 C.A.B.A. www.elculturalsanmartin.org Mayo y
Junio de 2014
Elenco:
Gabriela Toscano, Vanesa González, Carlos Rivas, Mercedes Spangenberg, Cecilia
Dellatorre, Mariana Melinc, Dalia Elnecavé, Andrés Portaluppi, Jorge Lifschitz,
Bruno Rivas.
Autor: William Shakespeare Versión
y Dirección: Carlos Rivas
Asistente de dirección: Cecilia Dellatorre Escenografía:
Carlos Rivas – Facundo Necchi
Música original y ejecución en vivo: Bruno Rivas
Toscano Letras de
canciones: Carlos Rivas
Producción: Compañía El Fulgor Producción ejecutiva: Lucas Silvani
Voz en off: Alejandra Majluf Voz
niño en off:Ignacio Melinc
Armadura y coronas: Facundo Necchi Fotografía:
Studio Fotín
Prensa y comunicación: Más Prensa
Me enamoré de William Shakespeare allá por
1984, promediando mis estudios secundarios en el Liceo Víctor Mercante de la
Universidad Nacional de La Plata, y desde aquella vez en que leí justamente
Macbeth, nunca pude dejar de leer todas y cada una de las obras de Shakespeare
y de ver en teatro las distintas versiones que se han hecho de ellas.
Imposible ver todas, son decenas de miles.
Algunas apegadas al texto original, otras muy modernas. Algunas de 4 horas de
duración y otras simplificadas en sólo 60 minutos.
Este año se celebra el 450 aniversario de
su nacimiento con infinidad de actividades en el mundo entero.
Pero vayamos a la obra en cuestión.
Esperando en la fila para ingresar en la sala 3 del Cultural San Martín, como
se lo llama coloquialmente, ya aparecían cubiertas de negro, las brujas a
hablar entre ellas y con el público, por lo que la obra y la emoción empezaban,
de sorpresa, antes de ingresar a la humilde sala.
Las brujas han influido, sin duda, sobre
los monarcas europeos como otro tipo de magos y adivinos a lo largo de la
historia, reflejadas en muchas obras de Shakespeare y de otros autores. En esta
obra su rol es fundamental, ya que llevan al protagonista a arrebatar el poder
a través de horrorosos homicidios y actos desesperados que terminan en una casi
inevitable demencia absoluta colmada de culpas y remordimientos.
El papel central de estos seres, que a
veces se transforman en tangueras que nos cantan lo que va a suceder, es sin
dudas protagonista de la obra, tanto como la pareja de tiranos (ambos roles
interpretados por mujeres).
Gabriela Toscano es Macbeth y Vanesa
González es Lady Macbeth la pareja que, por una desmedida ambición, comete
crímenes horrorosos para irrumpir en el trono escocés y luego sus
remordimientos los debilitan a tal punto que son vencidos por los legítimos
herederos del reino, también interpretados, en algunos casos, por mujeres.
Y aquí me detengo. Es tan impresionante la
puesta, tan atrapante los textos literales de la obra de Shakespeare mezclados
con los del Director que me sentí atrapada y conmovida y no importa qué sexo
haya tenido el actor o actriz, sino cómo interpretó el rol que le tocó en esta
historia que tanto conozco.
Emoción, intriga, tragedia, humor, música,
excelentes actuaciones e impecable dirección hicieron que esta versión
trasformara mi día en maravilloso. Me sentí plena al salir del teatro, colmada
de arte y excelencia. Feliz.
¿Qué más pedir al ver una ficción?
Lamentablemente hoy también veo ambiciones
desmedidas, delitos para acceder al poder, impunidades, tal vez, pseudo adivinos
que asesoran a poderosos.
Pero el arte todo lo colma en mí.
Espero para volver a escribir a la próxima
obra, o programa que me conmueva.Lo
hago muy tranquila, porque las brujas no existen… pero que las hay…
Desde su traspaso en 1997, China prometió
mantener a Hong Kong con dos sistemas conjuntos, con el mismo modelo político y
económico que venía teniendo y como región administrativa independiente hasta
2047.
Partiendo de esta… ¿premisa? 2046 es el tren hacia los recuerdos, es
una memoria inalterable en donde no hay permiso para el olvido. ¿Es preferible
volver, no haberse ido nunca o no regresar? Lo cierto es que mientras
intentamos descifrar el mensaje “subliminal” del título, nos vamos distrayendo con
la historia (no obstante la lectura política puede llegar a ser fascinante).
Es así que nos dejamos llevar por la
sensualidad y el romanticismo del film. Y decimos romanticismo en el más puro
sentido del término. Amor,
desencuentros, fracasos y sufrimientos.
¿Acaso la atmósfera reflexiva cargada de
sentimiento nostálgico sea tal vez el gancho de esta especial narración? De modo
laberíntico, el guión atrapa y como la escalera de Penrose se eleva al infinito. En este sentido la película podría
catalogarse de cortaziana por su
preocupación sobre el tiempo. Tiempo que se va, tiempo que se fue, tiempo que
no entiende de tiempos.
Preciosista y meticulosa, la presentación describe
un mecanismo de relojería en donde nada está librado al azar. Partiendo de la
leyenda de quien cuenta un secreto al hueco de un árbol y luego le coloca
barro, se inicia esta catarata de confesiones amorosas que no terminan,
convirtiendo al espectador en árbol mismo y receptáculo de verdaderas
intimidades personales.
Las experiencias del protagonista devienen
una y otra vez en sucesos repetidos de desilusiones amorosas. Amores rotos,
como corresponde a todo romántico. Y así el relato coral, transita entre la
historia del periodista Chow Mowan, la de su amiga muerta, las hijas del
posadero, la vecina de cuarto, la misteriosa con su guante negro, la mujer
casada, la simpática androide de efecto retardado (esto nos recuerda que cuando
uno se da cuenta de algo ya es tarde) y el japonés existencialista. Cabe
mencionarse que la vida amorosa del Sr. Chow fue contada anteriormente en las
películas Days of Being Wild (Días
Salvajes, 1991) e In the mood for love
(Con ánimo de amar, 2000) y con esta tercera incursión se arma un potente tríptico
sobre el inquieto personaje.
Los sintagmas están bastante definidos (sobre
todo con referenciaa las tristes noches
navideñas), y mientras se desenvuelve la trama en forma de flashback y flashforward combinados
con la historia “escrita”, se permite descansar de cierto vértigo en la
narración a través de los ideogramas chinos que nos introducen en la toma
siguiente.
Durante todo el recorrido de este tren de
emociones, nos encontramos con un show de vívidos colores y un espectáculo
visual maravilloso nos espera para que lo degustemos con los ojos hambrientos
de asombro.
Al director Wong Kar Wai (Shangai, China,
1958- ) le fascina todo lo que tenga que ver con la cámara ralentizada de una
forma sugestiva y muy personal. También le gustan los colores monocromos y
contrastantes, la saturación y la indefinición de imagen pero a la vez la
profundidad de campo en donde hay foco por todas partes. No falta en su
filmografía aquel traje tan oriental de cuello
mao que ensalza la figura femenina y el acompañamiento con una música
claramente occidental como los boleros. Esta fusión la resuelve de una forma
sorprendente. Y es que él mismo pertenece a dos mundos un tanto diferentes y
eso lo convierte en alguien interesante: habiendo nacido en China, comenzó a
vivir desde sus cinco años en Hong Kong. Tarea un tanto complicada, empezando
por el idioma, ya que mientras aprendía en mandarín, en Hong Kong se habla el
cantonés.
Por otra parte es magistral su manejo de las tomas.
Puede realizar un plano detalle de pies o manos mezclados con un plano medio en
donde no se muestra al personaje pero se lo puede identificar claramente.
Asimismo la regla de los tercios es utilizada como si fuera magia.
Su
filmografía no es apta para los amantes de la acción con patadas voladoras y
bombas, y en las que una escena que uno pierda se asemeja a una mancha en el
tigre. Acá hay que estar atentos. Las minucias a que nos expone el guión son el
mayor atractivo. Hay que verla más de una vez, y de paso nos deleitamos más de
una vez.
La dirección de arte es impecable. Debemos
resaltar además, la composición de la imagen, la dirección de fotografía (del
australiano Christopher Doyle, con el que siempre trabaja WKW), la iluminación
surrealista, el vestuario y el maquillaje dignos de ejemplo.
La música elegida y la compuesta son
realmente excepcionales. La ópera
correctamente colocada, como así también la rumba Siboney o el bolero Perfidia,
más que conocidos en la época en que está ambientado el film, los inolvidables
sesenta.
Como dijimos anteriormente, 2046 es un deleite al paladar visual. Desde
su relato nos muestra que todo es cíclico o se diluye en el tiempo (tanto esfuerzo
inútil para que todo quede en nada). “El amor es cuestión de coordinación: es
inútil hallar a la persona adecuada si no es el momento adecuado”, dice Chow. Todos
sufrimos un amor desencontrado o no correspondido. Y en definitiva todo se
reduce a soledades compartidas.
Bueno, al fin de cuentas qué tanta
alharaca, no nos pongamos profundos, es sólo una película. El gran problema es
que está bien hecha y en la penumbra oscura de la proyección corremos el riesgo
que nos refleje nuestra pobre humanidad.
FICHA
TÉCNICA:
Director:
Wong
Kar Wai
Producción: Eric Heumann- Wong Kar Wai- Zhang Yimou