sábado, 30 de agosto de 2014

Teatro: Parque Lezama: Monstruos en escena


Teatro

Parque Lezama

 

Monstruos en escena

Por María Julieta Escayola

FICHA TÉCNICA:

Título: Parque Lezama. Obra: Herb Gardner. Dirección y adaptación: Juan José Campanella. Intérpretes: Luis Brandoni- Eduardo Blanco. Marcela Guerty- Iván Espeche- Gabriel Gallicchio- Federico Llambi- Carla Pantanali. Producción general: Muriel Cabeza. Diseño de escenografía y vestuario: Cecilia Monti. Música: Emilio Kauderer. Diseño de luces: Félix Monti. Producción ejecutiva: Amelia Ferrari. Asistencia de dirección: Tati Rojas. Asistencia de producción: Vanina Catania. Asistencia de vestuario y escenografía: Karina Zabala Glocker. Asistencia de diseño de luces: Magdalena Ripa Alsina. Producida por: 100 bares producciones- Juan José Campanella- Camilo Antolini- Martino Zaidelis- Muriel Cabeza. Teatro Liceo, Buenos Aires, 2014.-

 

Con una puesta sólida y entretenida, Parque Lezama desarrolla su personal reflexión sobre la ancianidad a lo largo de sus casi dos horas y media.

El título hace referencia al lugar público (la historia en imágenes del Parque Lezama se cuenta al comienzo mediante una proyección) en que se juntan y en donde se muestran realidades diversas y cruentas. Allí, en un banco, se encuentran los protagonistas: Dos ancianos que requieren atención y cuidados, pero no los que uno cree que precisan, sino los que en forma personalísima ellos realmente necesitan.

Uno es vital. El otro más quedo. Uno es optimista. El otro tiene la resignación a cuestas. Uno es simpático. El otro hosco. Uno quiere hablar. El otro no tiene ganas que lo molesten. Uno tiene algunos achaques de “viejo”. El otro también. Es en este punto en que comienzan a encontrarse.  Verse como durante mucho tiempo nadie los ha podido ver en su totalidad y en el marco de las problemáticas propias de la edad.

Es así que de a poco van entablando una amistad basada en la seguridad que se tienen el uno en el otro por saberse iguales. De pasar las de Caín en algunos aspectos y de mostrarse enteramente sinceros cuando se habla de expectativas.

Lo bueno de la temática es que de a poco la sociedad se va abriendo cada vez más para mostrar esta etapa de la vida. Así como la película Amour (Michael Haneke, Francia- Austria- Alemania, 2012) la describe sin miramientos, en otros casos se representa desdramatizada y plena de esperanzas.  

Los actores elegidos para desempeñarse en el papel de estos muchachos (Luis Brandoni y Eduardo Blanco) son verdaderos monstruos a la hora de la actuación. La manejan de taquito y con una destreza en el escenario pocas veces vistas. Los gestos, las manías, los tics. Todo lo  han podido demostrar apenas se levanta el telón.

Luis Brandoni está muy canchero a la hora de elaborar su personaje del rebelde e indomable al que le gusta inventar fábulas a sus interlocutores hasta el punto del convencimiento. En otras palabras, es un chamuyero. En épocas de juventud fue fervoroso militante comunista, y no quiere resignarse a dejar de ser apasionado, a pesar de la sociedad que le dice que ya es hora del retiro. Por algunos momentos nos recuerda al personaje de China Zorrilla en la película Elsa y Fred (Marcos Carnevale, Argentina, 2005), entrañable visión de alguien que anhela aventuras. Su antítesis es su propia hija, que para ayudar no se le ocurren mejores cosas que proponerle actividades un tanto limitantes (aunque ella tiene las mejores intenciones). Así, se va desencadenando una problemática que se deja oír. Será él mismo quien la descubra sin tapujos cuando dice que a los viejos se les tiene miedo porque representan un espejo, la gente ve su propio futuro, y eso no gusta nada.

Eduardo Blanco merece párrafo aparte. Su interpretación es digna de mención, soberbia, apabullante. Despliega un compromiso corporal y una impostación en la voz rayana en la genialidad. Lo vemos todo el tiempo como un adulto de la tercera (o cuarta) edad. Es otra persona que se encarna en la piel de Blanco y no al revés. Éste es hosco y malhumorado. Sólo espera. No quiere que lo molesten y le gustan los rituales, rituales que serán totalmente descalabrados por su nuevo compañero de banco y deberá adaptarse a sus ocurrencias. A veces padecerlas.

La escenografía colorida y la iluminación más que correcta dan cuenta del tiempo que transcurre entre un diálogo y otro. Los tonos bien celestes al principio (la hora del día cenital), anaranjados crepusculares y finalmente el azul profundo de la noche, acompañados de las luces prendidas entre las plantas que recrean el ambiente de plaza, son un buen complemento a la hora de narrar.

Y así como van cambiando los colores y los momentos del día, van cambiando los personajes que desfilan por la pasarela del parque. Un runner, más tarde un dealer, su víctima y un joven patotero interactuarán con los personajes principales en un juego dramático que se nos presenta con toques netamente cómicos. Nos reímos para no llorar.

El elenco restante está correcto. Tal vez estén muy bien todos, pero el contraste con los dos protagonistas es tan grande que por ahí no se lucen como deberían. Igualmente estamos hablando de personajes más que secundarios. La verdadera trama se desarrolla en forma bien nítida alrededor de estos dos hombres que se complementan a la perfección.

La obra es fiel al estilo de dirección de Juan José Campanella. Presentación del conflicto, punto trágico, desdramatización con un remate oportuno y llamado a la reflexión. Contiene suspenso, ya que la obra es larga y sin embargo en ningún momento queremos que termine. Igualito a sus películas. Sale airoso en este nuevo desafío que se ha propuesto: El de dirigir teatro.

Juan José Campanella nació en Buenos Aires, Argentina,  el 19 de julio de 1959. Es uno de los referentes de la cinematografía argentina de los últimos tiempos. Estudió cine en el Grupo de Profesionales del Cine y la Universidad de Avellaneda y más tarde un Máster de Bellas Artes en la Universidad de Nueva York. En algunos casos ha sido catalogado de netamente comercial, mientras que en otros se considera el paladín de la perfecta mixtura entre arte e industria. Por lo que fuera, sus trabajos son indiscutibles: en cine, entre otros: El mismo amor, la misma lluvia (1999), Luna de Avellaneda (2004), El secreto de sus ojos (2009, Oscar Mejor película de habla no inglesa), Metegol (2013). En televisión, entre otros: Vientos de agua (2006), El hombre de tu vida (2011-2012).

En esta oportunidad adapta de forma magistral la obra Yo no soy Rappaport (I’m not Rappaport), del comediógrafo Herb Gardner (1934-2003), quien se ganó un importante reconocimiento en Broadway. En la original, se narra el encuentro cotidiano de dos hombres de mayor edad, uno de raza blanca y otro de raza negra en el Central Park de Nueva York. Las actuaciones en aquella oportunidad eran de Judd Hirsch y Cleavon Little. La pieza fue merecedora del premio Tony en la temporada 1986. Más tarde la puesta llegaría al cine de la mano de Walter Matthau y Ossie Davis (Yo no soy Rappaport, Herb Gardner, EEUU, 1996).

 

Tragicómica, sensible, entretenida, divertida, la primera incursión en teatro de Campanella lleva su sello. De todas maneras, nos quedamos con una sensación que, cualquier marca que haga será arrasada con total justicia por los dos grandes que tenemos en frente y que representan a los dos viejos más locos, aventureros y tiernos del nuevo milenio.

 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Deportes: Comienza un nuevo Mundial


Deportes

Comienza un nuevo Mundial

Por Roberto Serafín García

    No amigo lector, no estoy hablando de fútbol. El próximo sábado 30 de agosto, España recibe a otras 23 selecciones nacionales y dará comienzo el 17º campeonato Mundial de Básquet, desde aquel primero realizado en Buenos Aires en 1950 y que ganara el equipo argentino.

    No es un evento más para nuestro deporte. Y no es un evento más, por los intérpretes del equipo argentino. En los últimos doce años, la selección de básquet, bien llamada ahora “El Alma”, le dio al deporte del país muchísimas satisfacciones y a todos nosotros grandes ejemplos. Los logros en competencias son los siguientes:

         Medalla de plata en el Mundial de Indianápolis 2002

         Medalla de plata en el preolímpico San Juan 2003

         Medalla de oro en los Juegos Olímpicos Atenas 2004

         Medalla de plata en el premundial 2005

         Cuarto puesto en el Mundial de Japón 2006

         Medalla de plata en el preolímpico Las Vegas 2007

         Medalla de bronce en los Juegos Olímpicos Beijing 2008

         Medalla de bronce en el premundial Puerto Rico 2009

         Quinto puesto en el Mundial de Turquía 2010

         Medalla de oro en el Preolímpico de Mar del Plata 2011

         Cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Londres 2012

    Los ejemplos para todos nosotros: Trabajo, sacrificio, corazón, solidaridad, esfuerzo conjunto, donde “el equipo” siempre es más importante que la suma de cada uno de los elementos que lo componen, o dicho de otra manera el “nosotros” es más importante que el “yo”. Todo eso agregado a un gran talento.

    Se la conoce y reconoce en el mundo como la “Generación Dorada” después de la Medalla de Oro en Atenas 2004.

    Aunque la historia comenzó mucho antes, en 1985, cuando el inolvidable León Najnudel tuvo la brillante idea de organizar la “Liga Nacional”. Ahí comenzó a gestarse, tal vez, la página más brillante del deporte argentino, por los logros deportivos y por los valores que trasmitieron y los que siguen trasmitiendo los distintos jugadores que la integraron y la integran.

    El próximo sábado,  en Sevilla, afrontará la selección argentina una nueva competencia. Muchos jugadores jóvenes van a relevar a históricos ídolos deportivos,  y junto a otros más veteranos liderados por su capitán el gran Luis Scola, seguirán el rumbo que marcaron Hugo Scolochini, Fabricio Oberto, Pepe Sánchez, Alejandro Montecchia, y el grandioso Manu Ginóbili, entre otros. “El Alma” sigue intacta y la Argentina sentirá el respeto ganado por más de una década. La transición generacional puede que deje al podio algo lejos, pero lo que estará siempre, como una antorcha que marque el camino, será, además del talento, el trabajo, sacrificio, corazón, solidaridad, y el esfuerzo conjunto que son la marca de una generación que es digna de imitar.

    Como dijera el periodista Bruno Altieri “Bienvenidos, entonces, al terreno donde todos los sueños pueden ser posibles, bienvenidos a la casa de la selección argentina de básquetbol, el mejor equipo de todos los tiempos”.

domingo, 24 de agosto de 2014

Ficciones: Elena y el otro lado del espejo


Ficciones

Elena y el otro lado del espejo

Por María Guillermina Volonté

 

Publicado en el libro "Historias de Vida", Antología Internacional 2014, Editorial Rosario, ISBN 978-987-3676-08-6.

 

    Recibió el vestido de manos de su madre, quien a su vez lo había recibido de la suya años antes. Un vestido de casamiento que las primogénitas de la familia utilizaban para llegar al altar, en un día que debía ser muy especial.

    Pero a Elena no le producía felicidad tal cosa, ya que había llegado a esta situación por imposición de su adusto progenitor.

    Sus veinte años no comprendían porqué debía unir su vida para siempre a la de ese señor que, por su edad, podría ser su padre. Era una decisión tomada únicamente por un interés externo a ella, a sus sueños, a sus anhelos futuros.

    Se quedó sola, se vistió sin entusiasmo y se miró al espejo que presidía la habitación de su madre, ese antiguo espejo de pie, con marco de madera tallada, cuyo origen se remontaba a épocas inmemoriales.

    El vestido le sentaba perfectamente, su negra cabellera resaltaba con el tono marfil del mismo, parecía confeccionado especialmente para ella, de un impecable encaje que ajustaba su frágil cintura con delicadeza, su amplia falda terminaba en una discreta cola.

    Se miró detenidamente al espejo mientras amargas lágrimas corrían por sus mejillas, se veía muy triste. Suavemente deslizó sus dedos por el reflejo de sus lágrimas en el espejo, el frío del mismo la estremeció y una sensación de caer en un abismo sin fin le recorrió el cuerpo.

    Esta mañana cuando desperté me sentí rara, como si no fuera yo, pero al mirar a mi alrededor y ver todas mis amadas pertenencias me tranquilicé.

    Debe haber influido la historia de mi tía abuela que me contó mi madre anoche, esa tía abuela de quién heredé su nombre: Elena.

    La curiosidad que me despertó su relato me impulsó a subir al desván donde busqué el famoso espejo, el del marco de madera tallada, y allí estaba, cubierto de polvo pero todavía en pie.

    Una extraña sensación como de caer en un abismo me invadió y cuando me miré en él fue como si ya lo hubiera hecho antes y vi una lágrima en mi mejilla. Fue raro, ya que cuando traté de secarla no encontré humedad alguna.

    Elena, ¿puedes bajar a desayunar?

    ¡Ya voy, mamá!

     Entré en mi habitación donde Elena se estaba probando su traje de novia y grande fue mi sorpresa cuando la encontré vacía. ¿Dónde estaría Elena?
    La busqué por toda la casa llamándola extrañada y un poco angustiada, pero solo encontré a Ernestina leyendo en la sala.
    Regresé a mi habitación y recién en ese momento me di cuenta que delante del espejo, en el piso, desfalleciente, estaba el vestido de novia de la abuela, pero Elena no aparecía por ningún lado.
    Luego de varias horas de búsqueda infructuosa me reuní, desesperada y entristecida, en la sala con Ernestina, que no entendía dónde estaba su hermana mayor, desaparecida justo el día de su casamiento.
    Nos abrazamos y así nos encontró su padre, al entrar con el vestido de novia en sus manos.
    Nos miró largamente en silencio, y clavando su fría mirada en Ernestina, le extendió el vestido diciéndole imperiosamente:

    ¡Pruébatelo!

jueves, 21 de agosto de 2014

Cine: Cleo, de 5 a 7: Filosofía referente a la parca


Cine

EL MONTAJISTA

Ensayos y reflexiones sobre cine

 

Cleo, de 5 a 7

Filosofía referente a la parca

 

Por María Julieta Escayola
 

“Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte”.

ALMAFUERTE

En un sentido etéreo, elegante y a la vez profundo, Agnès Varda plantea una sólida historia y una reflexión sobre la muerte desde una perspectiva original.

Simulando tiempo real, se cuenta las peripecias de la protagonista un día martes desde las cinco de la tarde hasta las siete. Pero no es un día cualquiera. Es el día en que recibirá el resultado referidos a unos estudios médicos. Son las horas que determinarán su vida para siempre. O para nada.

Plenamente apesadumbrada, recurrirá en primer lugar a una tarotista. Es allí donde se iniciará la odisea de dos horas. Cleo es una joven cantante vanidosa, linda, coqueta, sensible y susceptible. El único consuelo que la mantiene entera es creer que mientras permanezca hermosa no morirá jamás. La belleza como defensa para escaparle al fin.

Sugestionada por las señales que pudiera llegar a encontrar en su camino marcándole la sentencia, la película filosofa todo el tiempo sobre la parca. Un espejo roto, una joven llena de vigor, una asistente supersticiosa, la radio que habla de la milagrosa operación de Edith Piaf, el juego de reflejos por doquier. Un hombre que han matado en una confitería. Dos acróbatas que se hacen daño para ganar plata. La guerra de Argelia flotando en el aire. Todo eso ella lo percibe en dos horas a la vez que lo relaciona con su futuro. Allí se da cuenta de la cantidad de cambios que se pueden dar en sólo segundos.

Además de esta preocupación por el tiempo, es una preocupación por la apariencia. La apariencia que da sensación de belleza y que se identifica con salud. “No digas que estás enferma. Los hombres detestan eso” le dice su empleada cuando está a punto de recibir a su novio. Además no se sabe si lo está. Y esa incertidumbre es lo que verdaderamente la enferma. Cuando ensaya sus canciones con sus cínicos pianistas y arregladores, se da cuenta de su desesperación al recitar:

Mis playas se vacían sin ti (…)

Guapa pero para nada (…)

Soy un cuerpo ávido (…)

Muerta en un ataúd de cristal (…)

Me cubro de arrugas sin ti (…)

Si tardas mucho habré sido enterrada…

Cleo se siente sola y no puede compartir esta desazón con nadie. Hasta que se encuentra con el soldado que irá a la guerra al día siguiente. Quizás él tal vez esté más muerto que ella.

Con el personaje de la mujer taxista, autosuficiente y contrastante con Cleo, nos acordamos de María Luisa Bemberg por momentos y su particular modo de describir a las mujeres en sus películas.

En medio de este desasosiego, hay un cierto alivio con el cortometraje dentro del largo dirigido por Jean- Luc Godard y que como las viejas películas mudas, la risa impera y “todo depende del cristal con que se mire”. Nos recuerda en esta oportunidad, a Almodóvar cuando utiliza el mismo recurso, y en Hable con ella el personaje de Benigno le cuenta a su amada en coma la película muda que vio en el cine El amante menguante. Éste es todo un corto dentro del film.

También encontramos similitudes con el cine de Antonioni y su mirada hacia la burguesía imperante. Ella es burguesa con un vacío existencial enorme y un tormento interno brutal. El deambular típico de Michelangelo está acá presente.

 

Los recursos fílmicos utilizados en el film son infinitos. Al inicio, los colores danzantes en las cartas de la adivina, al tiempo que en forma casi violenta se salta al blanco y negro y allí se mantiene toda la película. Antonioni a este respecto decía que la realidad debía expresarse con el blanco y negro y la apariencia con los colores. Platón hablaba de un mundo de la Ideas y de un mundo aparente. Todo se reduce a esta dicotomía, ¿entonces?.

Hay además composiciones muy cuidadas, planos generales de la ciudad, afiches de películas que se mencionan, que están relacionadas claramente con la muerte y con la vida. Todo es cíclico y por lo tanto termina y vuelve a empezar. Así es que Cleo baja las escaleras del edificio donde vive la tarotista una y otra vez en una secuencia que parece no acabar más.

La película fue dirigida en 1961, año en que estaba más vivaz que nunca la Nouvelle Vague.

En 1958 se inició esta corriente estética singular nacida en Francia, emparentada con la corriente literaria del Nouveau Roman y el existencialismo sartreano.

Hay tanto para decir de la Nouvelle vague que siempre será escaso lo que se pueda aportar sobre el movimiento. Sus representantes más importantes emergieron de la revista Cahiers Du Cinema (dirigida por André Bazin y fundada en 1951) y era el lugar de convergencia entre historiadores del arte, filósofos y literatos. Fue la época en que los filósofos decidían filosofar desde el cine y los escritores plasmaban sus obras experimentando con la cámara en mano. De esta manera surgieron distintas miradas a través de varias películas. Así nacía también el concepto de cine de autor (lo que el director elige adrede para armar una película, el simbolismo que le quiere dar totalmente alejado de cánones industriales y con una clara postura tomada al respecto).

No vengo a abolir nada

Sino al contrario

A perfeccionarlo

(…)

Es una nueva exhortación

Que ella nos dirige

(…)

Con todo

Becker

Rossellini

Melville

Franju

Jacques Demy

Truffaut

Usted los conoció
 

Sí, eran mis amigos

Jean- Luc Godard

Historia (s) del cine

Editorial Caja Negra, 2007.-

 

Y entre ellos, estaba Agnès Varda. Nacida el 30 de mayo de 1928 en Bruselas, Bélgica, estudió Historia del Arte en Francia y fue allí que comenzó a relacionarse con aquellos verdaderos monstruos de esta nueva ola que fueron Chris Marker, Marguerite Duras, Alain Robbe- Grillet, Jean Cayrol, Henri Colpi, Jean- Luc Godard, Francois Truffaut, etc, etc.

Especial es su estilo y varios son sus reconocimientos y sus películas. Entre ellas podemos mencionar, además de la película que estamos analizando, el homenaje que dirigió para su marido Jacques Demy en 1991 (Jacquot de Nantes) y en donde traza un relato de la infancia de él y su amor por el cine y el teatro.

Volviendo al film en cuestión, ¿cuál fue el destino de Cleo? Los invito a ver la película y conocer (como amiga nuestra, parafraseando a Godard) la mirada de Varda y de su visión sartreana del mundo.

 

FICHA TÉCNICA:

Título: Cleo, de 5 a 7

Dirección: Agnès Varda

Producción: Carlo Ponti- Georges de Beauregard

Guión: Agnès Varda

Música: Michel Legrand

Fotografía: Jean Rabier

Montaje: Pascal Laverriére- Janine Verneau

Protagonistas: Corinne Marchand- Antoine Bourseiller- Dominique Davray- Dorothée Blank- Michel Legrand- José Luis de Villalonga- Loye Payen- Lucienne Le Marchand- Robert Postee

Francia, 1961

lunes, 18 de agosto de 2014

Sociedad: El valor de la confianza


Sociedad

El valor de la confianza

Por Julia Volonté

    A propósito de esa idea generalizada de que a los jóvenes no les interesa nada y viven despreocupados de la vida. El corto La Luna me generó estas reflexiones.

    Los adultos en general pretendemos que los menores actúen como nosotros lo hacemos y creemos que imponiéndoles nuestras maneras ellos van a hacer lo correcto. Los jóvenes como todas las personas tienen sus formas y sus herramientas. Tienen sus respuestas que pueden no coincidir con las nuestras, pero llegan a resultados a veces parecidos o iguales a los que nosotros llegaríamos.

    El eje de relaciones con los menores que generan autonomía y no frustración es la confianza. La confianza implica la seguridad en el otro, seguridad y ánimo que empieza por uno mismo. Cuando desestimamos la capacidad de que un joven pueda realizar una tarea estamos desconfiando de la posibilidad de que nosotros mismos podamos guiarlo a buen puerto. Guiar es tener el ánimo de creer que es posible, que el otro puede alcanzar un objetivo sin imponer nuestras formas y maneras.

    Es así como los jóvenes alcanzan autonomía, que es la posibilidad que en una situación parecida utilizará aquellas herramientas que aprendió con nuestra compañía y guía para lograr una meta. Y eso es aprender, poder obtener un conocimiento a través de la experiencia. Y eso es enseñar, poder transmitir un conocimiento a través de sugerir caminos. O a veces el simple hecho de acompañar hasta el pie de la escalera y dar la palmada en la espalda para animar a que el joven la suba.

    Todos deseamos juntar estrellas, pero cada uno lo hace a su manera y ello no impide admirar con asombro la belleza de la Luna.

 

viernes, 15 de agosto de 2014

Realidades y relatos: La luz


Realidades y relatos

La luz

Por María Guillermina Volonté

    Existió un período en nuestro país que nos marcó para siempre. Fue una época donde reinó la impunidad total. Vivíamos desprotegidos, pensando que en cualquier momento “algo” nos pasaría, aunque no existiera motivo alguno para que así ocurriera, aunque tuviéramos la seguridad de que no habíamos cometido ningún acto que así lo indicara. El “por algo será” se escuchaba en voz baja y aunque supiéramos que no había ninguna causa, igual nos invadía el terror por perder nuestros derechos ya que éramos conscientes que imperaba la falta de justicia.

  

“Únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana”

Del prólogo del “Nunca Más”

  

    Había perdido la noción del tiempo. Ya no sabía si llevaba horas o días en esa situación, en esa posición, amarrado a la silla, escuchando esa voz sin rostro, ronca, autoritaria, voz de fumador, que solo me gritaba: “¡Nombre!”, “¿Conocés a Ramírez?”, “¡Hablá!”…

    Yo trataba de imaginar cómo sería el lugar donde estaba, de vislumbrar al sujeto que me interrogaba, pero todo era en vano, una potente luz me lo impedía.

    Aun cerrando los ojos esa impiadosa luz me atravesaba los párpados y ya no me dejaba ni razonar. Era tanto mi cansancio…

    ¿Cómo sería la lámpara que producía tan potente energía? Hacía juegos mentales sólo para alejarme de la realidad y evitar preguntarme una y otra vez: “¿por qué yo?”, “¿qué hago acá?”

    Me la figuraba verde… quizás solo porque el último color que vi, antes que me pusieran la capucha, fue el verde del auto dentro del cual me tiraron.

    Cuando recobré la conciencia ya tenía la luz enceguecedora frente a mí.

    También me ideaba la forma de la lámpara, con un brazo extensible y móvil, ya que cuando giraba la cabeza para escaparle, la luz me seguía…

    Intentaba generar una hipótesis sobre el porqué de todo esto. Buscaba frenéticamente en mi memoria por el tal Ramírez, ¡pero nada!

    Revivía los últimos días, recordando cada uno de los que se acercaron a mí en la facultad, ¡pero nada!

    Repasaba los nombres de amigos y compañeros de mi pueblo y no encontraba ningún Ramírez.

    Les gritaba que se habían equivocado conmigo, pero el fumador seguía con lo mismo: “¿quién es Ramírez?”, “¿de dónde lo conocés?”
    Y la luz…
    Esa luz que me estaba quemando la mente.
    “¡Por favor que termine esto de una buena vez!”, repetía mentalmente.
 
    De pronto, como si me hubiera escuchado, la voz dio la orden: “No hay caso, ya saben lo que tienen que hacer”.
 
    Y la luz, dejó de ser luz…
    Y una infinita negrura, me encerró para siempre…

martes, 12 de agosto de 2014

Sociedad: Nietos


Sociedad

Nietos

Por Fernando Volonté

    El pasado martes 5 de agosto un sorpresivo anuncio hizo que la tarde, en todos los rincones de nuestro país, se sintiese conmocionada por una enorme emoción: luego de haberse realizado los estudios de ADN correspondientes se acababa de identificar al nieto recuperado número 114, quien se trataba de Ignacio/Guido, nacido en cautiverio el 26 de junio de 1978, noticia que llegaba con un plus muy especial, pues se trataba del buscado nieto de la actual presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.

    Las Abuelas constituyen una prestigiosa organización que tuvo su origen en plena dictadura militar, a fines del año 1977, cuando 12 abuelas se reunieron por primera vez para coordinar acciones en la búsqueda de sus nietos. En consecuencia suman ya 37 años de bregar constante y los logros obtenidos en la recuperación de tantas identidades les han merecido el inmenso reconocimiento de nuestra sociedad.

    A través de los años la Justicia en distintos fundamentos y sentencias ha dictaminado que los hechos que han configurado en estos casos el delito de sustracción y de supresión de identidad del menor nacido durante el cautiverio de su madre y su posterior entrega a una familia allegada a miembros de las Fuerzas Armadas, deben ser interpretados como verificados en el marco de un régimen clandestino de detención utilizado por la dictadura militar, que configuró un plan de aniquilación sistemático en el cual, además de la afectación física de quienes fueron detenidos-desaparecidos, fue también necesario amputar los ideales que dichos ciudadanos sostenían, actuando directamente sobre sus descendientes, ya que los mismos en un futuro podrían llegar a abrigar los mismos pensamientos.

    La aparición del nieto 114 provocó de inmediato una avalancha de consultas. Y así lo manifestó este joven de 36 años: "Me parece maravilloso y mágico lo que me está pasando. Quiero que esto sirva para potenciar esta búsqueda de las Abuelas”, insistiendo en la importancia de que todos aquellos que tengan dudas sobre su identidad se acerquen a la entidad para realizar un análisis.

 
Ignacio Hurban/Guido Montoya Carlotto

    Hoy 12 de agosto cumple 38 años Clara Anahí Mariani Teruggi, vive en alguna parte llevando otro nombre, dado que fue sustraída a los 3 meses de vida aquel 24 de noviembre de 1976, luego del ataque militar al domicilio de su familia (“La casa de los conejos”  http://fundacionanahi.wordpress.com/casa-mariani-teruggi/) en la ciudad de La Plata donde muriera su madre. Su abuela Chicha Mariani integrante de aquel grupo de las 12 fundadoras de las Abuelas, siempre la buscó y hoy la sigue buscando.

    Desde el momento en que se la llevaron su identidad ha sido muy bien ocultada, pero ahora es la instancia en que en algún quiebre aparezca la verdad, y la vida pueda vencer a la muerte.

sábado, 9 de agosto de 2014

Teatro: La Casa de Bernarda Alba


Teatro

 

Sentimientos, Literatura, Ficciones y Teatro: una mirada diferente

 

Por María Guillermina García

    No soy ni crítica de cine, teatro o televisión. No soy profesora de literatura ni tengo licenciatura alguna en letras. Sólo me apasionan estas artes y quisiera compartir en este espacio lo que siento como simple espectadora. 

Hoy: LA CASA DE BERNARDA ALBA, de Federico García Lorca

Versión y dirección de José María Muscari

 

Ficha técnica: Versión y dirección de José María Muscari en el Teatro Regina (sala de la Casa del Teatro) Avenida Santa Fe 1235 Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Elenco:

Como Bernarda Alba: María Rosa Fugazot

Andrea Bonelli, Valentina Bassi, Adriana Aizenberg, Florencia Raggi, Martina Gusmán, Mimí Ardú, Lucrecia Blanco y Florencia Torrente

 

Diseño de Vestuario: Renata Schussheim                Escenografía: Jorge Ferrari

Dirección de producción: Andrés Parodi                   Dirección de producción integral: Lito Grass

Producción General: Javier Faroni                               Asistente de dirección: Carlos Trizian

Vestidora: Mónica Schneider                                      Realización de escenografía: Valeria Abuin

Realización de vestuario: Pablo Battaglia                 Diseño gráfico: Jardinba.com

Prensa: Martina Valia                                                   Fotos: Machado Cicala

Administración: Viviana Ollo                                       Producción de compañía: Sebastián Pelisch

 

    Habían pasado sólo algo más de dos semanas del fallecimiento de la protagonista de la obra, Norma Pons, y una noche fría de Mayo tenía mi entrada para ver esta maravillosa obra de Lorca.

 

    No se ve Lorca así nomás. NO.

    Hay que estar preparada para la emoción y la reflexión. Pero esa noche, además de esos sentimientos, hubo conmoción y asombro en mí por una genial y diferente puesta de la obra tan conocida de Lorca.

    Quedé quieta, en silencio, sin poder bajar las escaleras del Regina. No sólo había presenciado lo que es capaz de hacer una mujer por no quedar soltera sino que había visto lo que hoy en día la sociedad, con su doble moral supuestamente integradora, sigue maltratando a quienes por la razón que sea han decidido caminar por la vida sin un marido.

    Lorca lo escribió en 1936. Todo un visionario…  y Muscari un artista completo que supo transmitir mucho más que su mensaje. Un talentoso como pocos!

 

    Celos, intrigas, despotismo, traiciones y un suicidio que sólo el amor y la pasión justificaron en esa hija menor que veía arrebatado su amor juvenil por la decisión de su madre de casar a la hija de su primer matrimonio, única heredera de su difunto marido adinerado, con un caballero que tampoco la amaba.

    Angustias, la mayor en cuestión, excelentemente interpretada por Florencia Raggi, estaba llegando a los 40 y, para ese momento, se hubiera quedado para vestir santos; pero su fortuna hizo que este caballero arreglara con una madre déspota y autoritaria su boda.

    Adela, en una maravillosa interpretación de Florencia Torrente, lo amaba con el desenfado adolescente característico de la edad y al ver truncada su posibilidad de amor desata la tragedia más espantosa.

    Impecable la Fugazot haciendo una Bernarda Alba que jamás olvidaré.

    Decía Amelia, una de las hijas de Bernarda en una escena: “Nacer mujer es el mayor castigo” y más adelante Lorca le hacía decir a Bernarda: ”Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.”

    Odios y traiciones entre hermanas por un hombre, por las apariencias y el qué dirán…

    Qué tristeza de vida!

 

    Aquella noche fría de Mayo no volví sola a casa, el arte y mi emoción me acompañaban en el camino de regreso…

    Gracias!