jueves, 30 de abril de 2015

Ficciones: La vuelta a cero


Ficciones

La vuelta a cero

Por María Julieta Escayola

    El tacho de basura se llenó de papeles interminables. Finos blancos y grisáceos formaban una masa insulsa, podrida de miseria y desamor por las cartas que se estaban asesinando sin pudor alguno.

    Una de ellas permaneció distante de las demás. Sobresalía de entre todas. Rugía despavorida queriendo ser leída por una última vez por su destinataria. Fue allí, que en el clamor de la lucha la encontró. Y decidió que podía ser vista una vez más. Pero se juró que ya, no después.

    El inalcanzable baluarte de bienestar se esgrimía entre sus líneas finamente llenadas. Eran otros tiempos, claro. En ese rumor de sosiego que en épocas pasadas había conocido. El tiempo y el olvido se llevan lo poco de paz que a veces uno dispone.

    En esa carta impiadosa se relataba lo que ella había sido. Muchas lunas atrás. Tanto trajinar para qué, pensó.

    Para volver a cero, a este frío lugar, donde nadie me escucha, donde nadie me atiende. Los colchones viejos. Las calles todavía empedradas. El aire enviciado.

    Estuvo casada un tiempo. Se volvió viuda en otro. Su hija se disparó en la sien para no tener que abrazarla. Y ella regresó a su pueblo, que no le inspiraba nada. Volver a cero. Seguía pensando. ¿Quién pasa del uno al cero? ¿Acaso sólo yo retrocedo? ¿Es posible tener un futuro desde el inicio de lo que fue, pero ya no es?

    Esa carta le mostraba la transformación del abismo. Y para colmo se negaba a desaparecer. La rompió finalmente en mil pedazos para que no se atreviera ni siquiera a asomarse y puso sus restos debajo de todo. Su humor no estaba para seguir hurgando en el pasado.

    Ya era momento de seguir. Encerrada por meses, no había hecho caso a ninguno de aquellos que le decían qué cosas debía hacer. Que le ordenaban y le daban instrucciones de cómo comportarse en el centro de la paliza.

    Imposible. Cuando el dolor acucia al punto de doler el cuerpo como si le hubiesen pegado… bastante. Por eso ya era hora de la retirada.

    Tomó unas tijeras y rompió toda su ropa del último año. Un año que no tenía sentido que dejara rastros. Había sido traicionero, absurdo, infausto. Año que debía olvidarse.

    Después de tirar las cartas y vaciar la baulera, fue hasta el escritorio y tomó las balas que estaban en un cajón. Después las unió con el revólver que esperaba. Paciente. Las armas siempre esperan a la tragedia. Y ésta estaba ávida, una vez más, de sangre.

    Reflexionó y dudó si dejar alguna nota. Pero no tenía a nadie que la quisiera, que la apreciara como a ella le hubiera gustado, o tal vez como se lo hubiera merecido. O tal vez, quizá, como ella pensaba que se lo hubiera merecido. Sus años dando clases, enseñando a otros a encaminarse, le habían dado un aire de autoridad que limitaba con la soberbia. Pero ella sabía bien, que su labor la había hecho correctamente. También sabía a la perfección, que esos quehaceres no se reconocen jamás.

    Apoyó en su boca el letal instrumento y cerró los ojos. El verdor de su pueblo, su infancia al lado del río. Un árbol que se mecía lentamente con una brisa compañera. El vuelo de un pájaro que guiaba a otros. Ella corría con su nuevo vestido rosado. Corría acompañando al viento, corría con ganas y con alegría. Corría con fuerza y con las tripas. Corría con los pulmones y las piernas. Con el corazón y con el cabello. Corría plena de gloria.

    Hasta que repentinamente y sin saber por qué, se cayó y terminó de bruces contra el duro asfalto mugriento. Sus rodillas, todas heridas, le indicaban que era vulnerable. Pero al lado estaba su madre para ayudarla a levantarse. Acurrucándola contra su pecho, la llevó hasta su casa y allí la curó. Sobre todo con besos y abrazos maternos, esos que son remedio milagroso.

    Y en ese preciso instante, abrió los ojos y miró a su alrededor. Estaba en el mismo lugar en que su mamá la había llevado cuando se había caído de niña. ¿Por qué ahora ese recuerdo? ¿Por qué no otro? ¿Por qué no su juventud, su casamiento, el nacimiento de su beba? ¿Por qué ese preciso y vívido recuerdo?

    Insultó en mitad de la noche, y llena de furia enardecida, de viejos pleitos y antiguas batallas, de insostenibles noches de pavor y desencanto, abrió la puerta y fue, en mitad de la angustiada noche, que tiró tres tiros al aire y maldijo. Maldijo como nunca antes había maldecido. Lloró como no lo había hecho por nada ni por nadie. Fue ahí que sacó las balas del revólver. Miró la luna más llena que había visto en su vida y adentrándose en las profundidades de la casa, decidió emprender un nuevo camino.

domingo, 26 de abril de 2015

Ficciones: Fantasía en rojo tango


Ficciones

Fantasía en rojo tango

Por Nilda Di Battista

(Para Marcelino y Florencia)

    Caminaba por la ancha avenida el poeta-actor-bailarín de tango… sus pies se movían al ritmo de un ritmo imaginario, las manos en los bolsillos y el funghi sombreándole el rostro impenetrable… las luces del semáforo repetían eternamente las tres luces rojas…

    Sólo un pensamiento ocupaba su mente: esta noche había perdido a su compañera de baile y debía urgentemente decidir quién la suplantaría… y no sabía adónde buscarla…

    Las luces de la gran avenida, rítmicas como una melodía alargaban su sombra: hacia adelante, a sus pies y hacia atrás… hacia adelante, a sus pies y hacia atrás… este movimiento lo hipnotizaba… y sus pensamientos tenían el mismo repetido acorde…     

    Iluminada como una fiesta, la vidriera de un negocio, lo atrajo como un imán: allí sobre roja alfombra, tendida sobre rojo banco vio la figura femenina, con rojo vestido de encaje, que apenas cubría su cuerpo abandonado al azar.     

    Golpeó repetidamente el vidrio que lo separaba de la figura, tratando de llamar su atención, pero no hubo respuesta… no podía abandonar el lugar sin intentar acercarse…  

    La puerta de entrada estaba sin llave, lo que le permitió entrar sin dificultad… una música conocida lo recibió… de alguna parte surgía esa melodía que repetía sin cesar y sin pausa los acordes de Adiós Nonino y de Balada para un loco... 

    Le pareció vislumbrar en el fondo del negocio, sentados en rojas banquetas alrededor de una roja mesa, las figuras de Piazzola y Amelita Baltar y más atrás al Polaco conversando con Adriana Varela, pero supuso que eran producto de su cansancio y su preocupación.  

    Trepó a la vidriera y tocó el hombro de la muchacha: no hubo ninguna reacción… la cargó en sus brazos, girando al compás de la música y sólo logró que la cabeza de ella se deslizara hacia atrás, librando al rostro de la tupida cabellera negra…

    Intentó pararla temblorosamente sobre sus rojos zapatos, logrando que permaneciera de pie, en actitud desarticulada de marioneta rota…  

    Al borde de la desesperación se volvió sobre sí, iniciando un interminable baile de dos por cuatro, creando imágenes de danza perfectas, realizando piruetas nunca pensadas, entregando todo su saber en pos de darle vida y movimiento al germen de mujer que permanecía estática, lejana, ajena a toda su pasión…

    ¿No habría algún Gepetto, algún hada madrina, alguna diosa pagana, que insuflara vida?...  

    La roja camisa, debajo de su traje negro, mojada por el sudor, parecía una herida sangrante abierta a destajo en su pecho trémulo…

    Cayó agotado sobre el rojo banco y su cabeza cayó pesadamente sobre sus brazos… un sopor y un cansancio infinito lo invadieron y el sueño liberador cerró sus ojos…

    Sintió en su nuca un aliento fresco y vital.

    Ya antes de levantarse y girar su cabeza, sabía que el milagro se había realizado… se incorporó lentamente y vio las manos de ella extenderse para comenzar un abrazo, preludio del tango…

    No hubo palabras, sólo aquella danza grave y armoniosa que los unió sin mirarse…

    Cesó la música y con el último acorde, como tocada por un rayo, su compañera se desplomó sobre el asiento, con la misma postura desarticulada e inerme, como una muñeca de trapo…

    Bajó de la vidriera y salió… en el fondo del local, Amelita entonaba las estrofas de un tango… “ya sé que estoy piantaau, piantau, piantu…” sentada en la roja silla alrededor de la roja mesa…  

    El fresco de la noche le dio vitalidad, lentamente, ensayando algunos pasos de tango, comenzó a caminar por la solitaria avenida…

    Las luces de los faroles proyectaban su sombra, única compañía, hacia adelante, hacia sus pies, hacia atrás, hacia adelante, hacia sus pies, hacia atrás…

    Miró al horizonte: un rojo sol comenzaba a elevarse en la roja mañana.

    Extendió sus manos hacia el horizonte, como buscando la luz, y sonrió…

miércoles, 22 de abril de 2015

Relatos de viajes: De trogloditas franceses y castillos medievales



Relatos de viajes
De trogloditas franceses y castillos medievales
Por María Guillermina Volonté

Extractado de mi blog “Arrastrando las valijas”, en el cual se pueden leer distintas experiencias y vivencias de los viajes que he realizado. La dirección del blog es: www.mariaguillerminavolonte.blogspot.com.ar

    Lunes 24 de agosto de 2009, desde Barajas y en vuelo de Iberia arribamos al Aeropuerto de Orly (Francia), alquilamos un auto y tomamos la ruta hacia el Valle del Loire.
    Llegamos a Le Sentier (Monthodon) a la nochecita. Habíamos reservado por internet un curioso y muy particular departamento en “La Marechalerie”, una casa rural compuesta de un hostal y unos pocos departamentos en lo que había sido un antiguo taller de herrero en el siglo XVIII y que aún conservaba algunos rasgos de aquella época.
    Al día siguiente comenzamos nuestro recorrido por la zona visitando el pequeño pueblo de Trôo, a unos 25 km de Le Sentier ya orillas del Río Loire, conocido por la existencia de viviendas prehistóricas de los llamados trogloditas, algunas de cuyas cuevas, como la de Yucca, se pueden visitar.


    Otro sitio característico del pueblo es la Iglesia de la Colegiata de St-Martin, de estilo románico y gótico, del siglo XI, así como las escaleras de Saint-Gabriel, que se alza en el sitio que estaba la original iglesia de Trôo, de la cual solo permanece una copia de la estatua del Santo en un nicho enclavado en la piedra.
Callecita de Trôo con la Iglesia de St-Martin al fondo
La escalera de Saint-Gabriel
    No podíamos dejar de conocer el llamado “Pozo Parlante”, de 45 metros de profundidad que produce un eco muy claro, el cual es difícil de evitar probarlo, así que allí gritamos y gritamos para después escucharnos a nosotros mismos y reírnos muchísimo.

    Cruzando el río por un antiguo puente llegamos a la Iglesia de Saint-Jacques-des-Guérets, del siglo XII, famosa por sus 13 murales pintados de estilo bizantino. Descubrimos también que por allí pasa el camino francés a Santiago de Compostela.

 Saint-Jacques-des-Guérets

Huellas del Camino Francés
    Luego de almorzar una suculenta ensalada en un bar muy típico, de ese lado del pueblo, atendidos por Michelle, partimos hacia Lavardin, que queda a 10 km de Trôo. Otro pueblito medieval que parece detenido en el tiempo y que nos maravilló con sus casitas y sus flores y donde también se encontraron cuevas de los trogloditas. Entramos al pueblo por un antiguo puente gótico de piedra, con ocho arcos, que en la actualidad ha sido reconstruido.

    Posee un castillo en ruinas que se puede visitar y que es espectacular, fue construido sobre un promontorio rocoso en el siglo XI, si bien ha quedado muy poco en pie, te da una panorámica de cómo era en su origen, cuentan queen 1590 fue parcialmente destruido por orden de Enrique IV.

Desde el castillo vistas de Lavardin
    También conocimos la Iglesia románica de Saint-Genest, con sus delicados murales del siglo XII al XVI, pintados en las paredes y que nunca fueron restaurados y donde se mezclan escenas de la vida de Cristo, como su bautismo, con símbolos astrológicos.

    En los días posteriores visitamos ciudades más importantes y varios castillos famosos, abiertos al público, que en próximos relatos les contaré…

sábado, 18 de abril de 2015

Poesías: Cadena poética


Poesías

Cadena poética

Por Mabel Fernández

Cadena poética publicada en Facebook en Marzo del 2015

 

El lienzo

El lienzo blanco me desafía.

Por las bocas abiertas  de los pomos.

Cremosos colores se acomodan en la paleta

mi pincel favorito se unta de violeta

y una primer pincelada se desliza.

Una caricia a la superficie no es suficiente.

A partir de este momento

lo que aparezca ya no me pertenece

el lienzo blanco se ha transformado

como vos y como yo cuando los trazos  del tiempo

nos convierte en otros sujetos…

 

Muñeco de ojos verdes

De jovencita,

proyectaba en ese muñeco

tendido sobre la cama matrimonial de mis padres

a un bebé hermoso y de ojitos verde claro.

No tardaste en hacerte realidad.

Aquel día de Enero cuando vos naciste,

yo casi dejo la vida y la dejaría mil veces hoy en día.

Si supiera como restaurar nuestro amor filial

que se rompió después de casi cuarenta años en veinte fragmentos…

como el  muñeco de porcelana de ojitos verdes

que torpemente pegué pedacito por pedacito

para intentar  recuperarlo.

 

Siesta en el sillón

Acomode un mullido almohadón,

mi cabeza somnolienta lo ahuecó

soñé que soñaba

y en el sueño soñado,

un papel escrito con tinta negra

se presentaba ante mis ojos,

con un dedo toqué las letras

mientras la tinta se abultaba,

en mi sueño soñado

toqué el papel.

un enorme almohadón con letras

me hundió la cara.

 

Mis cielitos

Tengo dos cielitos, uno cerca otro muy lejos. A uno lo puedo arropar, besar y limpiarle la naricita sucia, al otro pude hacerle lo mismo por unos días, después de un par de largos viajes.

Tengo dos cielitos que me iluminan el alma, le dan sentido a mi vida.

Tengo dos cielitos, a uno lo tengo muy cerca y lo beso todos los días, al otro lo tengo muy lejos y me lo esconden…

Tengo dos cielitos y los quiero por igual.

Tengo un alma partida al medio.

Tengo que  sobreponerme para pensar la manera de reparar mi espíritu.

 

Fuera de aquí

Los cucos existen

están en mis pensamientos

me acompañan desde siempre

los presiento acomodándose

como un cubre cabezas.

 

Cuando estoy sola

a menudo de noche

cuando tengo miedo

cuando en mi vida no veo la luz.

 

Quiero dejarlos del otro lado del muro

 

¡Fuera de aquí !

Pronto saldrá el sol

Tengo ganas de ser feliz

a eso ustedes le temen…

martes, 14 de abril de 2015

Sociedad: Eduardo Galeano


Sociedad

Eduardo Galeano

NUESTRO HOMENAJE

 

Las venas abiertas de América Latina

Memoria del fuego

El libro de los abrazos

El fútbol a sol y sombra

Los hijos de los días

 

viernes, 10 de abril de 2015

Poesías: Cadena poética


Poesías

Cadena poética

Por María Guillermina Volonté

Cadena de poesías publicadas en la red social de Facebook entre los días 8 al 12 de marzo de 2015

8 de marzo 2015

Destinos cruzados

La madre la miró, la hija la miró, ambas se miraron,

profundamente, intensamente, como analizándose,

como intentando saber qué pasaba.

La madre habló primero:

me siento mal, estoy mal, triste, dolorida, enferma, mi tiempo se termina…

No llores, hija…

Como no voy a llorar, no puedo detener estas lágrimas,

lágrimas de amor, de pena, intensa pena,

no quiero esto, no quiero que te vayas, te necesito, te quiero conmigo,

hoy más que nunca, no me dejes…

Necesito tu tiempo, tu voz, tus manos…

madre, voy a ser madre…

 

 

9 de marzo 2015

¿Injusticia o Corrupción?
 

Qué injusticia…

que el agua me llevó todos mis recuerdos,

que manos ajenas me dejaron sin los ahorros de toda la vida,

que nadie hace nada por mí y el paco me domina,

que José perdió sus jóvenes 15 años debajo de las ruedas de un auto,

que por viajar en el primer vagón tuvo que morir,

quedarme sin trabajo porque mi patrón me acosa,

tener que salir a pedir porque no consigo trabajo,

saber que tengo razón y me debo callar,

no saber leer porque no puedo ir a la escuela,

haber estado 5 años presa por equivocación,

que quedó libre y era el asesino,

no tener ni agua para beber,

morir por un par de zapatillas…

 

10 de marzo 2015

Recuerdos

El aire se pobló de acordes

Sus sonidos invadieron mi alma

Qué dulces y armoniosos suenan

Qué tristes y a la vez qué calmos.

Crecí escuchando del piano sus notas

Bebí sedienta de sus armonías

Hasta que un día enmudeció de golpe

y su tristeza, atrapó mis alegrías.

Hoy el piano en su silencio duerme

su eterno sueño interminable

esperando inútil el día que retorne

aquella que supo, su corazón hablarle.

 

Alguien lo despertó un día…

 

11 de marzo 2015

¿Qué significa horas perdidas?
 

Lo vi llegar con su arrogante andar

Me deslumbró su mirada

Quise detener el tiempo,

Fue una hazaña malograda

Conté las horas perdidas

En tal intento frustrado

Busqué mirar a otro lado

Dejando pasar el tiempo

Todo en vano

No hay remedio

Mejor olvido o morir

Así que, sin más apuro

Abrí mis ojos

Y lo vi partir…

 

12 de marzo 2015

Luces y sombras
 

Sábado de mañana.

Pilates, cinta y bicicleta.

Mientras pedaleo como a los 15, miro por la ventana.

El sol, reflejado en las hojas del fresno, les da una luminosidad magnetizante.

Pienso… repaso momentos agradables.

Pienso… lo bueno me hace pedalear con más fuerza.

Pienso… ya no estoy acá, estoy en otro lugar.

Pienso… y me sonrío recordando.

El tiempo se detiene, o así lo siento yo…

De golpe, no hay más sol…

Negros nubarrones se ciernen sobre el cielo.

El sol desaparece.

El fresno no brilla más.

Yo sigo pensando…

Los recuerdos no son agradables.

Una inmensa lágrima rueda por mi mejilla.

Sacudo la cabeza.

Sacudo los pensamientos.

Abro los ojos.

El sol sigue ahí.

El verde brillante sigue ahí.

Pienso… y me digo:

“A seguir pedaleando”…