jueves, 15 de enero de 2015

Ficciones: La joya


Ficciones

La joya

Por Mabel Acevedo

    Pasa un pájaro pequeño en vuelo bajo. Luis mira lejos de su ventana de  miedos como pasa la sombra del pequeño pájaro.

    Casi toca su mano la foto de su infancia, donde sonríe sin sombras ni sueños enjaulados. A ella vuelve los ojos desesperados cuando el terror lo acosa sin sirenas de aviso, sin cámaras ni flashes.

    Son más amenazantes sus pesadillas cuando las ve despierto, cuando el vértigo desgarra en un segundo su calma.

    Brilla una verde esmeralda en su dedo meñique y brilla el oro que la sostiene en su anillo, como sonrisa irónica, brilla su oscuro
origen.

    La adrenalina cambia en un segundo, el dulce halago en una
imperceptible descarga violenta.  Su cara brilla helada en medio del relato en el que se van colando los antiguos fantasmas.

    Descansando apenas, en eterna vigilia, con su alma cargada debajo de la almohada. Gastando su fortuna de plata mal ganada
en irónicas cámaras que lo mantengan a resguardo de los viejos
corruptos o de los nuevos truhanes. Secando su cara mientras sonríe suplicando ayuda, como si fuera un chiste oculto en su esperanza de que alguien lo escuche.

    Estrujando en sus manos un papel empapado de beberse su espera para que nadie note su terror engarzado, su pena y su temblor.

    En las escasas noches sin amigos pagados, sin amores pagados; el niño de la foto, solo frente a Dios, llora sin sollozos por los costados de sus ojos, lágrimas que queman sus ruegos: "¡Que ya no lo hieran, que ya no se escuchen las peleas, que lo amen, que lo amen, que lo amen! Que no necesite arrebatarle a nadie el  Amor.

    Yo conocí a ese niño que cruzó la frontera, que soñó con encontrar la joya verdadera, se creyó su quimera, se olvidó de volver.

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