jueves, 23 de octubre de 2014

Ficciones: En la soledad del monte


Ficciones

En la soledad del monte

Por María Guillermina Volonté

Relato inspirado en “Romance de la pena negra”, de Federico García Lorca

 

    Las primeras y tímidas luces del día comenzaron a filtrarse a través de la vegetación del monte, destejiendo el maravilloso manto luminoso que habían formado las estrellas en el cielo y que lo acompañó durante las largas horas de su vigilia.

    Había decidido pasar esa noche meditando sobre su realidad y su irrealidad personal. Recostado sobre la húmeda gramilla dejó transcurrir el tiempo, sin llegar a clarificar sus angustias.

    De pronto la vio. Caminaba lentamente, apesadumbrada, con la vista baja, rumiando su pena.

-        ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí en esta soledad del monte?

    Ella sorprendida levantó bruscamente la cabeza y cambió la expresión de su rostro por otra de orgullo, reflejando el malestar que le producía la inesperada interrupción de ese joven indolentemente tendido en el suelo, que osaba despabilarla de sus cavilaciones.

-        Me llamo Soledad.

-        ¿Soledad? ¿Sólo Soledad?

-        Sólo Soledad, como la soledad del monte, como la soledad de mi corazón, como la soledad de mi vida.

    “Como mi soledad”, pensó él, pero no se lo dijo…

    Había quedado extasiado frente a la belleza morena de Soledad, frente a esa cobriza piel, frente a esos ojos renegridos, hoy velados por una honda pena y una tristeza que él adivinaba como una pena de amor no correspondido, de amor traicionado, de amor abandonado.

    Y así era. Soledad, al borde de las lágrimas le confiesa que su vida ya no tiene sentido, que desearía terminar con ella, que la amargura la invade, que no podrá nunca encontrar un remanso donde acallar esa pasión que la invade y la consume.

    Y él comprende en ese momento que las penas se pueden compartir, que el sufrimiento y el desamparo no son sentimientos exclusivos ni de él, ni de ella, esa Soledad del monte…

    Que la negrura de la noche se está disipando para mostrarles la bendición de una naturaleza que indefectiblemente les permitirá dejar sus corazones en paz…

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