Cultura
Día
Nacional del Tango
-
11 de Diciembre –
Por Fernando
Volonté
Relatan las crónicas de época que la idea
de conmemorar un Día del Tango (expresión cultural que tiene su origen en la
fusión de aportes afroamericanos, criollos y de inmigrantes europeos que nos
identifican )
fue una ocurrencia del periodista y productor Ben Molar, y la elección de la
fecha es consecuencia del nacimiento de dos de los mayores íconos tangueros:
Carlos Gardel y Julio De Caro, ambos nacidos un 11 de diciembre (Gardel, en
1890; De Caro, en 1899).
La ocurrencia llegó a Molar un 11 de
diciembre de 1965, mientras iba caminando a la casa de De Caro para festejar su
cumpleaños y cayó en la cuenta de que tanto su amigo compositor como el “zorzal
del tango” compartían la misma fecha de nacimiento. Molar presentó
inmediatamente la propuesta al Secretario de Cultura de la Ciudad de aquel
entonces, pero la propuesta tardó 12 años en instrumentarse y en noviembre de
1977 se firmó el Decreto nº 5830/77, que instituía la celebración del Día del
Tango, el cual desde entonces se conmemora en todo el mundo.
Seguidamente, Molar propició la aprobación
de un decreto con alcance nacional, y así fue concedido, dándose lectura al
Decreto nº 3781/77. Como dato anecdótico, el 11 de diciembre de aquel 1977 se
celebró un festival conmemorativo, que terminó cuando Julio De Caro subió al
escenario y unas quince mil personas le cantaron el feliz cumpleaños.
Posteriormente, con el retorno de la
democracia, el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación promulgaron la Ley
Nacional del Tango (Ley 24.684), publicada en el boletín oficial del 14 de
agosto de 1996, y posteriormente reglamentada por el Decreto Nacional 627/98.
En su Artículo 1º, esta ley establece: “Declárase como parte integrante del
patrimonio cultural de la Nación a la música típica denominada ‘tango’,
comprendiendo a todas sus manifestaciones artísticas, tales como su música,
letra, danza y representaciones plásticas alusivas.”
Carlos Gardel
Una de las versiones históricas más
aceptadas nos cuenta que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de
1890. Hay unanimidad en el hecho de que vivió desde su infancia en Buenos Aires
y se nacionalizó argentino en 1923. Falleció el 24 de junio de 1935 en
Medellín, Colombia, en un accidente aéreo. La persona y la imagen de Gardel ha
sido objeto de idolatría popular, especialmente en Argentina y Uruguay,
colocándolo en un lugar de mito y símbolo cultural que aún mantiene su
vigencia.
El escritor Horacio Salas nos dice en su
libro: “A más de siete décadas de su
muerte todavía se buscan explicaciones intelectuales, que en el fondo no hacen
otra cosa que agregar nuevos elementos a su mitología. Durante mucho tiempo se
dijo que la permanencia de la popularidad de Gardel se debía a la
identificación que sentía el argentino medio, hijo de la inmigración, con la
historia del cantor. Gardel era el hombre que había llegado a cumplir los
sueños de la mayoría: tener pinta, mujeres, fortuna, amigos y una voz
inigualada. Había logrado cantar vestido de etiqueta en los cabarets de París y
había sido aplaudido y amado por las multitudes de América latina. Era un hijo
de inmigrantes (en este caso inmigrante él mismo) de padre desconocido, que
había logrado superar su origen a fuerza de tenacidad y trabajo: un ejemplo en
una sociedad joven necesitada de modelos. La explicación sin duda era válida
durante los años treinta y cuarenta. Pero, con el paso del tiempo, ¿cuál es la
explicación de su perdurabilidad?”
Julio De Caro
En recuerdo de mi tío Julio César
Volonté, un “decarista”
de ley
Julio De Caro, fue un destacado violinista,
director de orquesta y compositor de tango argentino que nació en Buenos Aires,
el 11 de diciembre de 1899 y murió en Mar del Plata, Argentina, el 11 de marzo
de 1980.
En 1924 formó el sexteto que estaba llamado
a fijar las normas del tango clásico. Ese conjunto lo integraban Julio y Emilio
De Caro en los violines, Pedro Maffia y Luis Petrucelli en los bandoneones,
Francisco De Caro en el piano y Leopoldo Thompson en el contrabajo.
La orquesta de Julio De Caro inició el
ciclo que se conoce como "la guardia nueva" del tango, y cuya
evolución puede seguirse hasta las revolucionarias innovaciones de Astor
Piazzolla. Esta nueva escuela se enriquecería con figuras de la talla de
Osvaldo Fresedo, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y Horacio Salgán. A partir de
De Caro y sus continuadores, el tango empieza a ganarse el título de
"música de Buenos Aires", acaso porque esta denominación disimulaba
sus orígenes arrabaleros.
De Caro incorporó al tango numerosos
recursos técnicos de la música culta, especialmente en materia de armonía y
contrapunto, sin desvirtuar las esencias rítmicas y melódicas del género.
Algunos de esos aportes fueron el acompañamiento armonizado del piano, los
fraseos de los bandoneones y los contracantos del violín, que forman melodías
de agradable contraste con el tema central. También incluyeron solos de piano y
bandoneón, expresados con una riqueza armónica y sonora hasta entonces
desconocida. Algunas obras compuestas por De Caro son "Mala junta",
"Boedo", "El monito", "Buen amigo", "Tierra
querida", "El arranque", "El mareo",
"Chiclana" y "La Rayuela". En cierto sentido, Julio De Caro
es a la orquestación del tango lo que Carlos Gardel al modo de cantarlo:
figuras que han marcado un antes y un después en la historia de esta canción
popular.
Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad
El tango,
género musical originario del Río de la Plata, fue declarado en el año 2009 por
la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tras un pedido
conjunto de Argentina y Uruguay. Las dos naciones habían impulsado al tango en
conjunto y en representación de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo,
respectivamente, en octubre de 2008, porque ambas "comparten el
nacimiento, la tradición y la pasión por el tango".
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