Ficciones
Intentos
Por Mabel
Acevedo
El aire está verde y perfumado; nuevo
insolente y tierno. Se huele la lluvia, un cielo cargado de nubes redondas y
grises hace varios días que amenaza llanto.
¡Yo no pude olvidarlo! Mire que intenté
todas las viejas estrategias: No compartía amigos; no frecuentaba los viejos
sitios; tomé distancia. ¿Sabe? La distancia fue tanta y tan prolongada
que si hoy nos cruzáramos en algún lado ya no podríamos reconocernos.
De cualquier modo me cuido de mirar a los
desconocidos a la cara; el alma se queda guardada en los ojos y no hay fuerza
capaz de sacarla de allí.
Tomé especial recaudo de no volver a
nombrarlo, su nombre lleva implícito la casa del siglo pasado, los viejos
rosales y sus ojos... profundamente bellos. Mi corazón sin trucos agazapado en
la garganta. No digo su nombre para que nadie pueda desatar con un tañido
el pasado desbocado y sublime.
He sido inmensamente feliz fuera de esa
historia, no me estanqué en preguntas que tensaran las riendas. Atrás sólo
quedó una pared donde apoyarme para tomar impulso.
Este atardecer, ahora, nuestro café de
recuerdos con verdes insolentes y redondos grises; el llavero que se mueve como
péndulo en la puerta entreabierta. Huele a lluvia o a llanto pero evoca alegrías
y caminos andados.
¡No obstante!... Aquel sueño se volvió
inolvidable; aquel amor de un beso sin ensayos ni estrenos...
Fue el amor
verdadero... todos los demás fueron intentos.
Guáchale! Toda la poesía de Mabel metida en diez centímetros cuadrados. Como dice Élida: decir sin decir, volcando el alma (o algo así). Precioso.
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