Sociedad
Cosas de perros
Por Fernando
Volonté
El pasado sábado 29 de noviembre, a media
mañana, encendí la radio para enterarme de las últimas noticias, oportunidad en
la que por la emisora que estaba sintonizada comenzaba una entrevista con el
señor Hugo Bilbao, titular del Organismo para el Desarrollo Sostenible (OPDS), con
motivo de una reciente resolución de dicho organismo que establece para esta
temporada que todos los balnearios del litoral marítimo bonaerense deberán
tener un plan para clasificar su basura, así como el transporte para disponerla
correctamente, como también tendrán la obligación de mantener limpia la porción
de playa que ocupan.
Fue entonces que al periodista que
efectuaba el reportaje se le ocurrió preguntar qué pasaría con los perros en la
playa, respondiendo de inmediato el funcionario que dicho tema era jurisdicción
de cada uno de los municipios que están facultados para el dictado de las
normas respectivas. No conforme con la respuesta, el periodista le requirió
cuál era su opinión personal al respecto, reiterando lo anterior, el
funcionario mostró su indefinición o sea “tiró la pelota afuera” a nuestro real
entender.
De inmediato nos vino a la memoria escenas
vividas hace dos o tres años en el balneario de Villa Gesell. Caminando por la
playa hacia el sur, y al llegar a la altura del Paseo 115, nos encontramos fijo
sobre la arena un cartel indicador que decía: “Prohibido bajar con perros a la
playa. Ordenanza Municipal Nº Tal/Año Cual”. Allí tomamos conocimiento de la existencia
de la norma, como también que nadie se encargaba de hacerla cumplir, porque los
perros bajaban con sus dueños a la playa y andaban de aquí para allá.
Al día siguiente bajamos temprano a la
playa, y vimos como un perro hacía sus necesidades y su dueño de inmediato las
cubría con arena. En esta oportunidad decidimos hacer la caminata hacia el
norte, luego de unas 20 cuadras, en un lugar donde ya habían acampado otros
turistas, nos sentamos en la arena y presenciamos esta escena: una señora caminaba
por la orilla con su perro, éste se corrió hasta la arena seca e hizo sus
necesidades y regresó con su dueña. De inmediato una turista próxima, se
levantó de su asiento, y con una palita y una bolsita de plástico juntó los
excrementos, se dirigió hasta la dueña del perro quien ya reiniciaba su
caminata, y alcanzándole la bolsita le dijo: “señora, se olvida de esto que es suyo”…
La escena nos había impactado. Regresamos
lentamente comentando cómo eran los comportamientos de las personas. Por un lado las que no les importa el prójimo e ignoran a
quienes las rodean, y por el otro quienes dan un ejemplo de lo que significa la
vida en sociedad. Al llegar a la zona donde habíamos bajado más temprano, ya
había numerosas sombrillas instaladas, y por donde aquel dueño había tapado con
arena lo que dejó su perro, un pequeño de apenas un año jugaba en la arena
cavando con su palita y llenando su baldecito…
Conclusión: Las normas están hechas para
ser cumplidas por todos los habitantes –para éste como para todos los casos-,
si las ordenanzas no permiten el ingreso de perros a la playa, no se puede ir
con ellos. Lo cual no es impedimento para que aquel turista que pueda viajar
con su mascota a la zona balnearia lo haga, y que salga a pasear con el mismo
por los lugares permitidos, llevándolo con su correa y levantando sus
deposiciones.
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