Turismo y medio ambiente
Parque Nacional Nahuel Huapi, en Neuquén
y Río Negro
Por Nancy
Roldán
La historia de la conservación de la
naturaleza está ligada a los estudios de
la biodiversidad. En este sentido los agrupamientos tribales aportaron –y lo siguen
haciendo- conocimientos sobre el uso correcto de muchas especies; y los viajeros que recorrieron el territorio
durante los S.XVIII y XIX brindaron detalles de los paisajes originarios,
visiones fundamentales para entender el punto de partida histórico de los
ambientes antropizados actuales.
Fue el célebre naturalista y geógrafo
alemán Alexander Von Humbolt (1769-1859) el primero en sentar las bases de
protección de la naturaleza de manera integral, y junto a Aimé Bonpland,
naturalista, médico y botánico francés, quienes iniciaron un viaje por América
sin llegar a territorio pertenecientes en aquel momento al Virreinato del Río
de la Plata (1799). Bonpland años más
tarde desembarcaría en Buenos Aires (1817) donde se desempeñaría como médico y
se enfocaría en el estudio de la yerba mate (Ilex paraguariensis). Pionero de la conservación, Guillermo Hudson
es quien fija por primera vez la postura de la conservación en Argentina.
Nacido en 1841, en la estancia “Los Veinticinco”, actual Florencio Varela,
consideraba que la extinción no solo
estaba vinculada a la Selección Natural (Helena Curtis la define como el
Proceso de interacción entre los organismos y su ambiente que da como resultado
una tasa de reproducción diferencial de los diferentes genotipos presentes en
la población generando Evolución) como lo explicaba Charles Darwin, sino que
además las acciones adoptadas por los
seres humanos pueden causar la extinción de las especies, o de aumentar la
tasa natural con la que ésta ocurre. Por
aquellos años se consideraba que los recursos naturales eran infinitos y, por
lo tanto no había que conservar, todo se podía hacer sin ningún tipo de
restricción. Es en ese momento donde comienza la extracción masiva y desmedida
de los recursos naturales, cuyas consecuencias no eran percibidas a causa de su
abundancia. Eduardo Ladislao Holmberg, quien fue el primer director del
Zoológico de Buenos Aires y fundador de la revista dedicada a las ciencias
naturales “El Naturalista Argentino”
(1878), dedicó parte de su vida a la enseñanza siendo el primer profesor de
Historia Natural (BIOLOGÍA) en la Argentina y sus compendios de flora y fauna
constituyen una importante obra de referencia. Sus listados de flora y fauna
muestran un naturalista completo que advierte procesos de enrarecimiento de
algunas especies y utiliza el Censo para difundir los primeros inventarios de
biodiversidad.
En 1902 el arquitecto y paisajista Francés
Carlos Thays, uno de los primeros en ocuparse de la conservación, recomendaba
la creación de un parque nacional en las Cataratas del Iguazú, mediante un
artículo publicado en la revista “Caras y Caretas”, iniciando en ese momento el
relevamiento del mismo, estudio que demoró varios años por la falta de
accesibilidad al lugar que únicamente era por vía fluvial.
En el caso puntual del Parque en cuestión,
el Perito Dr. Francisco P. Moreno mediante una Carta Cesión al Ministro de
Agricultura, Wenseslao Escalante el 6 de Noviembre de 1903, anuncia “la
conveniencia de que la Nación conservara la propiedad (…) de 7500 has como
parque público natural”. El perito deja asentado: “Al hacer esta donación emito
el deseo de que la fisonomía actual del perímetro que abarca no sea alterada y
que no se hagan más obras que aquellas que faciliten comodidades para la vida
del visitante culto…”. Cabe recordar que estas tierras habían sido donadas por
el Estado Argentino en agradecimiento por su gestión como perito respecto de la
divisoria de límites con Chile. Esta donación fue aceptada por Decreto
Presidencial el 1° de Febrero de 1904. Dicho decreto dice: “Acéptese la
donación del Doctor Moreno y resérvese como Parque Nacional la zona indicada,
sin que en ella pueda hacerse concesión alguna a particulares”. La Nación en
aquel momento no contaba con un organismo que se encargara de esta gestión, por
lo tanto el trámite no fue simple y hubo que esperar tres décadas para que la
célula donada (Puerto Blest) más otras hectáreas sumadas por la Nación, se
creara legalmente el Parque Nacional
Nahuel Huapi, (de ahora en más denominado P.N. Nahuel Huapi).
El área donada por el Perito ubicada en el
extremo Oeste del Brazo Blest del Lago Nahuel Huapi, se convirtió en el núcleo
del primer Parque Nacional de Argentina, declarado en 1922 como “Parque
Nacional del Sud”. En 1934 el Congreso de la Nación sancionó la Ley de la
creación del P.N. Nahuel Huapi adicionando un territorio mayor. De esta manera
Argentina se convierte en el primer país de América del Sur en crear esta
figura, y el tercero en el continente, luego de E.U.A (P.N. Yellowstone) y
Canadá (P.N. Banff) sentando un precedente legal.
La creación del P.N. Nahuel Huapi tiene
como objetivos principales la conservación de los ecosistemas andinos
nor-patagónicos, de las altas cuencas hidrológicas y sitios arqueológicos, la
promoción de la investigación, el ofrecimiento de facilidades para la educación
ambiental y la recreación en contacto con el entorno natural. El P.N. Nahuel
Huapi juntamente con el P.N. Los Arrayanes, ubicado en la península de
Quetrihue (Neuquén) constituyen una unidad administrativa de conservación.
Ocupa una superficie de 717.261 hectáreas, de las cuales 56.000 corresponden al
Lago homónimo. Limita hacia el Oeste con la Cordillera de los Andes siguiendo
el límite entre Argentina y Chile; hacia el Este sigue hasta los ríos Ñirihuau,
Villegas y Limay; al Sur hasta el rio Manso Inferior y al Norte su dependencia
finaliza en el P.N. Lanín. Dentro de la jurisdicción del parque quedaron
ubicadas las ciudades de San Carlos de Bariloche, Dina Huapi, Villa La
Angostura (Neuquén), Villa Traful y Villa Mascardi.
El clima es templado frío, con marcada
estacionalidad, inviernos húmedos con frecuentes nevadas y temperaturas medias
de entre 2° y 4° C. Estación estival seca con temperaturas promedios que oscilan
entre los 14° y 16° C. Las precipitaciones que provienen del Océano Pacífico
son descargadas rumbo Oeste-Este generando un gradiente que van desde los 4000
mm anuales en Puerto Blest hasta los 600 mm anuales en la zona esteparia
generando tres ambientes: alto-andino, bosque valdiviano y estepa patagónica.
Su flora autóctona
está representada por los Alerces, Arrayán, Ciprés, Coihue, Aljabas, Llau-Llau, Amancay, Notro, etc.
La avi-fauna está compuesta por el Huillin o Lobito del Rio, especie que
representa el P.N. Nahuel Huapi, el Huemul, Pudú: aclaración particular de esta
especie por su estatus de conservación: amenazada, en peligro crítico por la
destrucción de su hábitat natural para el pastoreo y la introducción de
exóticas que compiten en el mismo nicho. Además los perros domésticos ejercen
un efecto sumamente negativo para las poblaciones de este cérvido, cobrando
anualmente muchas víctimas.
El problema más
relevante es la presión ejercida por especies exóticas introducidas, no sólo la
flora, sino también la fauna, que se ha iniciado hace varias décadas con el
asentamiento de pobladores en territorios que actualmente pertenecen al P.N. Es
el caso de la introducción del ciervo colorado, ciervo Dama, jabalí, liebre
europea, visón, faisán plateado, codorniz de California, y cuatro especies de
salmónidos. Los cérvidos nativos además sufren la amenaza de la caza furtiva,
la competencia y las enfermedades particularmente parasitosis, brucelosis y
aftosa. Otro de los inconvenientes es la forestación con especies arbóreas
destinadas a la producción de madera de uso comercial.
Ejemplar de Pudu Pudu
Arrayán (Luma apiculata)
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